“Agapantos” (pastel) - Luis Alposta - 1982 |
En la Grecia antigua, ese color no se usaba para describir ni el cielo ni
el mar, y el término glaukos, con el que se lo aludía, tanto podía
ser el verde, el gris o el amarillo.
Para los romanos, el cielo era rojo, asociado al blanco y al oro, pero
nunca azul. La actitud de los ciudadanos de Roma frente a este color oscilaba
entre la indiferencia y la hostilidad. Nadie se vestía de azul: era el color de
la muerte, del duelo y los infiernos. A los varones que se atrevían a llevarlo
se los consideraba afeminados; en el teatro era el color con que se
representaba a los locos, y el tener ojos como los de la Pulpera de Santa
Lucía, se consideraba una desgracia física.
A partir del año 1000, aproximadamente, los pintores más destacados de
entonces comenzaron a darle ese color al manto de la Virgen, y el azul pasó, no
sólo a expresar una nueva concepción del cielo y de la luz, sino también a ser
uno de los colores preferidos.
Mucho después, y ya entre nosotros, asociado al romanticismo y la bohemia,
con azul de la ropa mediante, habría de darle color a un cuartito en el que
Mario Battistella y Marianito Mores compusieron un famoso tango. Era un
Cuartito azul que estaba ubicado en Terrada 2410.