jueves, 15 de noviembre de 2018

ACERCA DEL FADO


Monumento al fado
en el barrio antiguo de Lisboa
     Hay cinco géneros musicales que, hermanados espiritualmente, nacieron prácticamente en la misma época y en distintos países. Ellos fueron gestados a lo largo del siglo diecinueve. Y esos cinco géneros musicales son: el fado, el flamenco, el tango, el blues y el rebético.
         Pero hoy me voy a referir sólo al fado.
         ¿Qué es el fado?
         El fado es música de melancolías y soledades. Es destino que tiene como clave emocional la saudade, una esencia de la que los portugueses hicieron símbolo de identidad.
         El fado, sin ser “ni alegre ni triste”, como decía Pessoa, es expresión de los estados del alma, de lo que se siente al reír o al llorar.
         El fado y el tango tienen en común el haber nacido en barrios marginales, y el haber llegado, ambos, a convertirse en músicas universales. De la taberna al mundo. Tales sus sinos, sus hados, sus destinos.
         De carácter muy portugués, el fado está impregnado de sentimientos y nostalgias, de amores y de penas; todo ello evocado con ritmo de añoranza, como si se tratase de un “guitarreado y quejumbroso tango lusitano”.
         El fado es guitarra y es canto.
         Y es, también, en la magia del disco, la voz de Amalia Rodrigues.

¿QUÉ ES EL FADO?

Me preguntas ¿qué es el fado?                        Fatalismo y frustración. 
El fado es misterio… es hado…                       El fado es una emoción,

Es comunión que consigues                             como lo es la poesía,
entre alegrías y llanto                                        como lo son las saudades.
si unes la guitarra al canto                                Música de soledades;                    
en voz de Amalia Rodrígues.                            el fado es melancolía.

Como Pessoa decía,                                          Es comunión que consigues
no es tristeza ni alegría.                                    entre alegrías y llanto
Es barquito que resiste                                     si unes la guitarra al canto
entre el oleaje y la calma;                                en voz de Amalia Rodrígues.
es un estado del alma.
sin ser ni alegre ni triste.                                                    Letra y música: Luis Alposta


"¿Qué es el fado?" (Canto al fado) -
Guitarra: Aldo Videla - Canta: Gabriela Ferrari

jueves, 8 de noviembre de 2018

ACERCA DE LOS ALMACENEROS

"El almacén de la esquina" (Congreso y Altolaguirre) 1965

     Dos constantes de los almaceneros de antaño: la ‘yapa’ y la ‘libreta’. Yapa, en quechua, significa agregado, añadidura; y la yapa que solía dar el almacenero de barrio era, también, agregado o añadidura; una pequeña atención para con el cliente después de la compra; una inocente, y hasta ingenua, estrategia de marketing.
         Eran tiempos en los que el almacenero de la esquina sabía que la base del negocio estaba en la manera de tratar a su cliente: la sonrisa, el buen talante, el buen día, las buenas tardes, la discreción y hasta el chisme dosificado y oportuno… En síntesis, como diríamos ahora: buena onda.
            El almacenero era alguien que generaba confianza y que, además, fiaba. Eran los días de la libreta, precursora de las tarjetas de crédito. Tiempos en los que el dibujante Roberto Battaglia nos deleitaba, desde la última página de “Patoruzito”, con su personaje Don Pascual, un bondadoso almacenero de barrio que solía meterse en complejas y cómicas situaciones. 
           Tiempos, en los que el Centro de Almaceneros  sacaba solicitadas en los diarios con títulos como éste: ¿Qué es más importante: el aumento del combustible o el de la mortadela? Tiempos, en los que los almaceneros  festejaban su día el 21 de septiembre. Un tiempo en el que, no sólo tenían una marcha, sino también un himno, aunque usted no lo crea. Un himno y una marcha, que ya los estoy invitando a escuchar:

"Himno de los almaceneros"
Música de F. Guillán - Letra de F. F. García - 
Arreglo de Orquestación: Daniel Lomuto Orquesta: Félix Guillán - Canta: Carlos Mayel

"Marcha de los almaceneros" 
Letra y Música de Eduardo B. Portas - Arreglo de Orquestación Daniel Lomuto
Orquesta: Félix Guillán - Canta: Carlos Mayel

jueves, 1 de noviembre de 2018

LA HISTORIA DEL PUNTO


     En el siglo III antes de Cristo, Aristófanes de Bizancio, el bibliotecario encargado de la Biblioteca de Alejandría, fue el primero en plantearse la necesidad de respirar mientras se lee un texto. Con ese propósito introdujo en la gramática el uso del  punto.
         Más tarde, en el siglo VII, el eclesiástico Isidoro de Sevilla, quien fuera arzobispo de esa ciudad y al que la iglesia católica canonizara tras su muerte, actualizó el sistema de Aristófanes relacionando, por primera vez en la historia y de forma explícita, la puntuación con el significadoA él le debemos la utilización de la coma y la del punto final. 
        Vendrán después el punto y coma, los puntos suspensivos y los dos puntos. 
         Y ya que hablamos del punto, vayamos ahora -y por milonga- a la particular historia  de otro punto:

LA HISTORIA DE UN PUNTO

Esta es la historia de un punto
a quien desde la otra punta
de la línea fue otro punto
quien a punta de llamadas
puntillosa y puntualmente
lo empezó a tomar de punto.

Pero el punto ya cansado
cuando encontró al otro punto
y le halló su punto débil
poniendo punto a la cosa
sin más le calzó los puntos
al punto y como se debe.

Y así termina esta historia
a la que aquí muy puntual
sin comas ni punto y coma
y sin puntos suspensivos
le pongo punto final. 

Luis Alposta

"Nueve puntos" -tango de Francisco Canaro - Orquesta de Alfredo Gobbi

jueves, 25 de octubre de 2018

ACERCA DE LA RISA

         
Con Federico Guillermo Pedrido - 1978
        ¿Qué es la risa? ¿Qué la provoca?
           Esa convulsión involuntaria y gozosa, a la que llamamos risa, ha sido frecuentada durante siglos por filósofos, moralistas y médicos. 
Platón sostenía que reírse a expensas de la debilidad del otro no era sino regocijarse en el mal ajeno, derivándose de ello un placer similar al que sentimos cuando nos rascamos. Aristóteles relacionaba lo cómico con la fealdad y el envilecimiento, es decir, con lo “no-ideal”, y sostenía que “el hombre es el único animal que ríe”.
Laurent Joubert, un médico de Montpellier que publicó un tratado sobre la risa en 1579, advirtió que siempre hay un dejo de amargura en la carcajada. Y en esa reflexión ya estaba el germen de lo que sería -después de más de tres siglos- el conocido poema de Juan de Dios Peza “Reír llorando”, y las letras de estos tres tangos: “Qué risa” (de Marsilio Robles), “Ríe payaso” (de Virgilio Carmona y Emilio Falero) y “Vagabundo” (de Emilio y Agustín Magaldi – Noda) cuyos primeros versos dicen:

                                        Me río de las penas,
                                        me río de la ilusión,
                                        me río de las bellezas,
                                        de la vida y el amor.
                                        Loco a mí me llaman
                                        al ver que río yo,
                                        porque el mundo no sabe
                                        lo que reclama mi dolor.

Pero… por sobre todas las cosas, ¡la risa es salud!
Entre los efectos psicológicos más importantes está la relajación (que, en el lenguaje coloquial, incluye la de los esfínteres), el alivio de tensiones y estrés, y el estímulo de la confianza, la ilusión y el optimismo.

Y recordar que, también, se puede "morir de risa". 

"Otario que andás penando" - tango de Enrique Delfino y Alberto Vaccarezza 
Canta Carlos Gardel

jueves, 20 de septiembre de 2018

SARAMARÍA DUHART, LA DE LOS "MIL Y UN SONETOS"


Saramaría Duhart - (Buenos Aires, 3/4/34 - 19/5/94) 
1001 Sonetos, de un solo autor, libro sin precedentes en habla española ni en ninguna otra lengua.


     La recuerdo como a una mujer nacida para la poesía. Como a la querida amiga y poetisa que fue. La que alguna vez nos confesó haber sido triste desde siempre, no obstante haber estado habitada por el júbilo de la palabra. 
         Inquieta y sensible, tímida y melancólica; luminosidad y gozo poético. 
        ¡Hablo de Saramaría Duhart! 
        La que en las dos anécdotas -la primera realmente conmovedora- que paso a relatar, en ternura y pasión la vemos tal cual era
         A fines de la década del sesenta Saramaría se presenta a un importante concurso literario, a realizarse en España.
         Resultado: lo gana un autor español, cuyo nombre le es desconocido. En esos días Saramaría viaja a Europa en compañia de su madre, y decide, al llegar a Madrid, retirar las copias que enviara a dicho certamen. Tan es así que se presenta en la Institución donde es recibida por su secretaria. Se da a conocer y le explica el motivo de la visita. La mujer palidece y con el rostro desencajado se pone a llorar desconsoladamente; no había forma de consolarla dado que ignoraban el motivo. Sigue llorando, cubriéndose el rostro, y comienza a balbucear palabras incomprensibles.
         Saramaría le pide por favor que se calme, que iría por ayuda. La mujer reacciona y le pide por favor que no lo haga que iba a explicarlo todo.
         Y este es el relato increíble. Le dice: -Yo recibí su libro y me gustó tanto que borré sus datos y puse los de mi padre que padece una enfermedad terminal y quería de alguna manera darle una alegría si ganaba el premio. Y sucedió lo impensado: ganó el Primer Premio.
         Saramaría no salía de su asombro; la mujer suplicaba casi de rodillas que no la denunciara porque no sólo la despedirían sino, también, el papelón que eso significaría para los organizadores del concurso y las consecuencias que sufriría su padre.
         Saramaría Duhart no dudó: -Quédese tranquila que no comentaré nunca lo sucedido. Podrá vivir tranquila usted y su padre.
         La mujer no paraba de agradecerle.
         A raíz de estos hechos Saramaría Duhart (ganadora de tres Premios Municipales y del Gran Premio Literario “Olivetti”) decidió no intervenir más en concursos de poesía.

   
     Y esto sucedió en la Feria del Libro de 1985.
         Saramaría Duhart firmaba ejemplares de su libro "1001 Sonetos" en el stand de Hachette.
         Cartel mediante, y bajo el lema "UN POETA ESCRIBE PARA UD.“, se prestaba a escribir, a la vista del público, "Su soneto personal" a todo aquel que lo solicitara. 
Este inédito hecho, incluía dos partes. Quien la acompañaba, solicitaba a los interesados que contestaran un sencillo cuestionario, como ser: nombre, apodo, profesión, hobby, etc., que le era entregado a Saramaría. El soneto en cuestión lo escribía en 4 o 5 minutos. No más.
         Entre las personas que recibieron el ‘soneto personal’, hubo una turista mexicana, casada con un argentino. Y este es el soneto: 


A CARMEN HERNANDEZ CROPERA 

A Carmen, mexicana y convencida, 
que ha encontrado el amor esplendoroso. 
A Carmen que es la esposa del esposo 
amante del amor y de la vida. 

A aquella la viajera repetida 
que juega el corazón a cualquier gozo 
a la dulce mujer que es un esbozo 
de la Virgen cristiana y concebida. 

Le dedico este libro dulcemente 
que es un poco mi vida de inocente 
en un franco milagro de poesía 

y le doy mi amistad más verdadera 
para que haga con él lo que ella quiera. 
Y lo firmo nomás: Saramaría.                            Saramaría Duhart  
             

  
    Uno de sus tangos preferidos    

jueves, 6 de septiembre de 2018

A UNA SOMBRA DEL 1500 (la de BENVENUTO CELLINI)


     Benvenuto Cellini nació en Florencia, en el 1500, y se inició como aprendiz de orfebre a la edad de 15 años. Fue discípulo de Miguel Ángel durante corto tiempo y llegó a ser un destacado escultor y uno de los grabadores y orfebres más importantes del Renacimiento italiano.
         A los 16 años tuvo que exiliarse en Siena a consecuencia de su apasionado temperamento que lo llevaba a involucrarse continuamente en duelos y peleas. Sus Memorias no sólo ofrecen un retrato valioso de la vida política, social y eclesiástica del siglo XVl, sino también un ameno relato de sus huidas, aventuras e intrigas.
         Considerado como un prototipo del hombre del Renacimiento, Benvenuto Cellini fue alguien que, al mejor estilo de los cuchilleros de Borges, supo cargar sobre sus espaldas más de una muerte. Tenía su taller de orfebrería en el Ponte Vecchio, sobre el río Arno.
         Y fue precisamente allí, una tarde de 1975, que me inspiró este soneto:

Busto de Benvenuto Cellini, 
de Raffaello Romanelli (1901), en el Ponte Vecchio,
A una sombra del 1500
    (la de Benvenuto Cellini)

En la ciudad en que la flor del lirio
es emblema y el Arno la atraviesa,
creo ver una inmensa fortaleza
concebida entre el arte y el delirio.

Allí perdió el Infierno su secreto
y Boccaccio escribió el Decamerón.
Y sabe Dios al pie de qué balcón
Petrarca a Laura le leyó un soneto.

Es en esa ciudad, cuando oscurece,
que sobre el Ponte Vecchio me parece
ver entre sombras su crispada mano.

Pero el día me vuelve a la certeza.
El buril o el cincel ya no interesa
y hay un puñal que está aguardando en vano.


jueves, 30 de agosto de 2018

"POR QUÉ CANTO ASÍ" de CELEDONIO FLORES - VERSIÓN ORIGINAL

Portada del libro "Chapaleando barro" de Celedonio Flores

         M
anuel Flores, el hermano mayor del negro Celedonio, ( él y yo éramos ahijados de don Genaro Videla, nuestro padrino de Confirmación, que fue quien nos presentó), me obsequió la página original en la que figura la primera versión, no dada a conocer hasta ahora, del poema Por qué canto así, con correcciones manuscritas por el propio Cele
             La versión definitiva, la que todos conocemos, incluída en su libro "Cuando pasa el organito", editado en 1935, fue musicalizada por José Razzano.  
              La letra original, la no conocida, escrita a mediados de la década del veinte, para ser cantada por Rosita Quiroga -que no llegó a grabar-, es esta:

 
 VERSIÓN CONOCIDA:
"Por qué canto así" - tango -Letra: Celedonio Flores - Música: José Razzano 
Canta: Edmundo Rivero - Orquesta: Mario Demarco - sello Philips 1962

jueves, 23 de agosto de 2018

ACERCA DEL JINGLE DE "GENIOL"

"venga del aire o del sol... 
           Así comienzan los bellos y sencillos versos de una maestra rural que se desempeñó en el partido de Rojas, provincia de Buenos Aires, en la década del 20. Versos que figuran en un libro del prestigioso jurisconsulto Dr. Ariel Pelayo Labrada, sobre Poemas de Aurora Suárez* -compilación y comentarios-, editado en el 2009. 
           Por él sabemos que la obra de esta mujer encierra una curiosidad muy particular -al menos para los que andan por encima de los setenta-, y es que ella es la autora de la cuarteta publicitaria que nos decía: "Venga del aire o del sol / del vino o de la cerveza / cualquier dolor de cabeza / se quita con un Geniol."
            Con estos versos aquella maestra ganó un concurso auspiciado por dicha empresa. Luego los hermanos Antonio y Gerónimo Sureda ampliaron la letra, la musicalizaron y le dieron por título "Venga de donde venga". 
            Y algo más.
            Aurora Suárez cobró como todo premio una caja de cien comprimidos de la publicitada medicina. 
            Uno de los propietarios del laboratorio Suarry, en el que era procesado este medicamento, sin ser pariente de dicha maestra, tenía su mismo apellido. Se llamaba Francisco Suárez (Suárez Zabala). De él se dice que sirvió de modelo, sin proponérselo, para el memorable afiche de la "cabeza de Geniol", realizado por el publicista francés Lucien Achille Mauzán. 

















"Venga de donde venga"

Desde la playa de Quilmes
ha regresado Don Juan
abandonado aquel pic-nic
porque su sesera funcionaba mal.
Ya resignado a su suerte
cuando se iba a acostar
vino una buena vecina
y con estas palabras lo fue a aconsejar:

Venga del aire o del sol,
del vino o de la cerveza,
cualquier dolor de cabeza, Don Juan,
lo quita con un Geniol.
Hágame usted caso a mí
y calmará su dolor,
podrá volver al pic-nic con tomar
tan sólo medio Geniol.

Sin meditar un segundo
Don Juan tomaba el Geniol
y en su auto volvió con rumbo
de nuevo a aquel pic-nic que él abandonó.
Y aquellos que antes lo vieron
triste a su casa marchar
lo miraban asombrados
mientras que él, contento, se puso a cantar:

Venga del aire o del sol,
del vino o de la cerveza,
cualquier dolor de cabeza ¡ja! ¡ja!
lo quita con un Geniol.
Hágame usted caso a mí:
si desea buen humor
lo podrá usted conseguir con tomar
tan sólo medio Geniol.

Mi agradecimiento al Dr. Aníbal Cravchik por haberme facilitado estas grabaciones:
"Venga de donde venga" (publicidad de GENIOL) -milonga de los Hnos. Sureda
Canta Juan Carlos Marambio Catán 

"El jingle de Geniol" - Canta: Carlos Roldán 
* Y aquí, uno de los poemas de Aurora Suárez que no puedo dejar de recordar:
EL CABALLO CIEGO

Venía el pequeño
en un caballejo
escuálido y triste
ya ciego de viejo;
sin bozal ni riendas,
solo obedeciendo
la palmada suave
de su tierno dueño.
Hace algunos días
se fue el chacarero…
¡Dejó por inútil
al caballo ciego!
Y hoy, cuando el alegre
grupo de chicuelos
pasó en cabalgata
frente a la tapera,
como si trajera
su preciosa carga,
¡el caballo ciego
los siguió a la escuela!

jueves, 16 de agosto de 2018

ACERCA DE CUATRO VERBOS QUE DAN PARA MUCHO *

    PICAR, TOMAR, ARMAR Y LLENAR

 DE LAS COSAS QUE SE PICAN



Entre las muchas cosas que se pueden picar, figuran las frutas, el vino, los dientes y las cañerías. También decimos que el mar está picado, que los fueyes están picados; que puede uno, a causa de alguna palabra o acción ofensiva quedar picado; que el que toma una copa de más anda picado; que no se necesita más que un par de amigos y una pelota para armar flor de picado; que el tigre Millán estaba picado de viruela; que algunos, en más de una oportunidad, han tirado ‘papel picado’, y que todos, sin excepción, más de una vez, hemos sido ‘picados’ por la curiosidad.
Tanto puede ‘picar’ la ropa de lana y el sol como los mosquitos, y además, puede ‘picar’ un pez, puede picar el bagre, se puede picar el anzuelo acudiendo uno a un engaño o cayendo en él, se puede picar carne y, pretendiendo algo superior a nuestros méritos, se puede ‘picar alto’.
         Dentro de las distintas formas de caída está la de ‘venirse en picada’, y de una ‘picada’ tanto se puede participar sentándose a una mesa como sentándose en un automóvil.
Picarse es inyectarse droga, y picárselas es rajar, volar, piantar, tomárselas.
Y volviendo al principio, recordemos que hubo una época en que, también, ‘guarda’ mediante, se ‘picaban’ los boletos.
  

DE LAS COSAS QUE SE TOMAN


A la hora de “tomar”, no sólo se trata de beber o de tomar a alguien de la mano. En este caso, es importante ‘tomar’ en consideración los distintos sentidos, significados o acepciones del verbo en cuestión.
Repasemos algunos y veamos cómo los no confianzudos y los abstemios, sin proponérselo, pueden llegar, también, a tomárselo todo: uno se puede tomar las cosas a pecho o se las puede tomar a risa. También se puede tomar la vida en solfa o tomársela en serio, así como se puede tomar el tiempo, tomar el toro por las astas o tomar el rábano por las hojas. Se puede tomar de gil; tomar de otario; tomar de punto; tomar el pelo; tomar para el churrete; tomar para el fideo; tomar para la chacota; tomar en joda; tomar para la farra, tomar para la derecha, tomar para el lado de los tomates o tomarse un resuello.
Uno podrá, también, tomar frío, tomar aire, tomar distancia, tomar asiento o tomar un taxi; tomarse el olivo, tomarse el aceite, tomarse el piro, tomarse el espiante, tomarse el raje, tomarse el buque, tomarse el Conte Rosso, tomarse las de Villadiego o, simplemente, tomárselas.
En resumen: evitar tomar una cosa por otra.
Y ahora, cambiando de tema, les digo que el cuento de Cortázar que más me gusta es Casa tomada.
Y si hablamos de tango, mi preferido es Tomo y obligo.


DE LAS COSAS QUE SE ARMAN



Armar es verbo transitivo que significa proveer de armas, y el hecho de portarlas es sinónimo de andar calzado o de andar con la ferretería encima, algo que, sin tener relación alguna con los aparatos de ortodoncia, puede dar pie a decir que se está o se anda armado hasta los dientes.
Armar también quiere decir concertar o juntar entre sí las varias piezas de que se compone algo. De ahí que se pueda armar un barrilete, armar un rompecabezas, armar un avioncito, armar un barco adentro de una botella, armar una cama o armar un cigarrillo.
Cuando, voluntaria y deliberadamente, nos ponemos en disposición de ánimo para lograr algún fin o resistir alguna contrariedad, decimos que nos armamos de valor o de paciencia.
Armar, se utiliza, además, en situaciones de promover escándalo, riña o alboroto. De ahí que se pueda armar barullo, armar batuque, armar bochinche, armar camorra, armar un despiporre, armar un despelote, armar un quilombo, armar un lío bárbaro, o decir que se armó la rosca, se armó la de San Quintín, se armó la gorda, se armó la podrida, se armó un tole – tole o, simplemente, se armó.
Otra de las acepciones de este verbo es la de recibir dinero, enriquecerse. Armarse es hacerse de unos buenos pesos. Algo que, para la mayoría, ha pasado a ser a ser un arcaísmo.
  

DE LAS COSAS QUE SE LLENAN



         Llenar es verbo transitivo que significa ocupar un espacio con algo, para lo cual siempre harán falta dos cosas: algo para llenar y algo con qué llenar.
         Si se trata de una copa, lo único que se requerirá para poder llenarla, además de tener con qué, será que ésta se encuentre medio vacía, vacía del todo o medio llena. Y esto último sin tener en cuenta que, los porteños, muchas veces, al decir medio, queremos significar lo contrario. Como cuando decimos que fulano es medio tránsfuga y con eso estamos dando a entender que es tránsfuga del todo.
         Pero volviendo al verbo que nos ocupa, digamos que uno puede estar ‘lleno’, tanto por haber comido en demasía como por haber tenido que soportar a un pelmazo, a un fastidioso, a un hincha, a un cargoso, a un molesto, a un plomo o a un inoportuno que termina por llenarnos la paciencia o determinadas partes del cuerpo.
         El verbo en cuestión, puede también llevarnos a otras cuestiones, como la de llenar, llenar la canasta o llenar la cocina de humo, con el significado de embarazar; o decir que se llena una cara de dedos dando a entender que se cachetea a alguien.
         Y por último, digamos que, también, lo conjugan quienes se llenan la boca hablando sobre ellos mismos, algo que es de tan mala educación como el hablar con la boca llena y tan inoportuno como el estar jugando a la lotería y cantar ¡cartón lleno!

* Ver Polisemia

jueves, 9 de agosto de 2018

ACERCA DE LA CREMATOMANÍA

     La palabra “crematomanía” significa “obsesión por el dinero” - de
krematos (dinero) y manía (trastorno del estado anímico frente a determinados estímulos). En psicología es el nombre que se le da al excesivo apego a las riquezas, a la obsesión por el dinero vuelto enfermedad; enfermedad cuya sintomatología, los maniáticos en cuestión, por lo general, niegan padecer. La necesidad de querer cada vez más y la insatisfacción son sus rasgos más representativos.
         La principal preocupación del que amarroca es la de guardar para un futuro que nunca llega. De las operaciones matemáticas básicas las únicas que practica son la suma y la multiplicación. Adora a los billetes, a los que escabuye después de contarlos con placer morboso.
         Y aquí, me parece oírlos cantar los versos que, en la cantata sobre “Los 7 pecados capitales” puse en boca del avaro:

Me gusta ver la guita amarrocada.
Soy peor que Harpagón...
yo nunca garpo nada
y prefiero, a los bancos, el colchón.
Al billete lo plancho de tal modo
que hasta le saco brillo.
Soy devoto del codo
y tengo un cocodrilo en el bolsillo.

         ¡Y qué decir cuando al “crematomaníaco” se le da por entrar a acumular menega  a costa de los bienes ajenos y los patrimonios públicos!

          No puedo dejar de "asociar" (algo que ya lo hacía Freud, y en serio) crematomanía con ‘crematorio’ y crematorio con ‘horno’ y horno, con aquello de -que ‘ayá’ en el horno nos ‘vamo’ a encontrar. 
         ¡Y ya estamos escuchando“Cambalache”!

jueves, 2 de agosto de 2018

HOMENAJE AL MAESTRO ARIEL RAMÍREZ


 Buenos Aires, 7 de octubre de 2002

Palabras pronunciadas por Luis Alposta en la…

Entrega del premio “JULIÁN DE ALMAGRO”
al maestro Don ARIEL RAMÍREZ

Sr. Presidente del Rotary Club de Almagro
Sr. Director de la “Escuela de la Joya”
Sr. Eduardo Falú
Señoras y Señores

Una serie de circunstancias singularmente propicias, me allanan esta noche el muy grato y honroso encargo de hablar en este acto.
Hoy el Rotary Club del barrio de Almagro celebra sesión pública para homenajear a un preclaro vecino, y debemos considerar como signo feliz para la Institución y el barrio, que el homenajeado sea el maestro Ariel Ramírez.
Singular y noble personalidad, y honor de nuestro país en los mayores centros de cultura y escenarios del mundo. Hablar de su obra sería redundar en lo ya tantas veces dicho. Pero el hacerlo es algo que se impone.


Con una entrega total de su vida al arte musical, este eximio pianista y compositor, de delicada y rigurosa formación técnica, admirable por su versatilidad, es alguien a quien el conjunto de su obra creadora lo perfila como uno de los talentos que con razón y justicia ha sido llamado a figurar entre los grandes.
Fue en una escuela de Gálvez, donde su padre era director, que nuestro homenajeado, a los cuatro años, vio por primera vez un piano. Poner sus manos en el teclado selló su destino.
El amor por este instrumento, que comenzó como una atracción instintiva, llegó a convertirse en él en una pasión única y permanente. Ha sido en el piano donde conoció la Música, y ha sido también en el piano donde habría de nacer después su propia música. Al conocimiento de los secretos de la creación popular, de sus estructuras rítmicas y el espíritu de su lenguaje melódico, supo sumarle el invalorable apoyo del estudio académico. Sabedor de que la intuicíón tiene un límite, comenzó sus estudios en Santa Fe con Angélica Velarde y, posteriormente, ya en Buenos Aires, inició sus estudios de armonía con el maestro Luis Gianneo. En esa época compuso “La Tristecita”, su primera obra conocida y reconocida. Amante de Bartok y de Brahms, habría de perfeccionar luego sus estudios con Edwin Leuchter, un genio de la enseñanza. Un tiempo feliz, de dedicación y aprendizaje, que habrían de serle de mucha utilidad años después, al componer la “Misa Criolla”, “Los Caudillos”, y otras obras.

Se ha dicho, y es bueno repetirlo, que en Ariel Ramírez se resumen las cualidades de un artista que, fiel a las raíces y valores culturales de su pueblo, conformó una trayectoria creativa que le permitió trascender el ámbito de su país de origen, y convertirse en un músico y compositor de indudable reconocimiento universal.
Buscando familiarizarse con las formas musicales del pueblo, su vocación folklórica le llevó tempranamente a realizar numerosos viajes por territorio argentino y americano. Viajes de difusión y a la vez de estudio de rítmos autóctonos, en los que registró vivencias sonoras de cantores e instrumentistas criollos.
Ya en plena madurez artística y demostrando una verdadera juventud creadora, que aun conserva, fue autor de obras de reconocido mérito, llamadas todas a perdurar. Tales como, la mencionada cantata “Los Caudillos”; “Folklore para el nuevo tiempo”; “Mujeres Argentinas” ; “Navidad Nuestra”; “Cantata Sudamericana”; y varias canciones que han recibido la admiración de los mas diversos públicos, como “La Peregrinación”; “Indio Toba” y, tal vez la más difundida, “Alfonsina y el mar”.
Pero, el mayor éxito a nivel mundial habría de lograrlo en 1964 con la “Misa Criolla”, interpretada y grabada por el propio Ramírez con Los Fronterizos, Jaime Torres, Domingo Cura, y la Cantoría de la Basílica del Socorro, dirigida por el Padre Segade. A partir de ese momento se tuvo la sensación de estar frente a una obra destinada a tener trascendencia, aunque nadie pudo prever la dimensión que habría de adquirir. Esta creación musical, es un notable conjunto de inspiradas melodías originales de su autor, basadas en ritmos regionales de la tradición musical argentina e hispanoamericana. Esta obra marcó la irrupción en el mundo, de la música litúrgica argentina, y lo hizo con un nivel artístico que le permitió ser admirada y amada por públicos de innumerables países.
          A partir del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica comenzó a realizar los oficios religiosos en el idioma del lugar, abandonando el Latín, y la “Misa Criolla” fue la primera, en español, que adoptó este nuevo criterio.
Como intérprete, Ariel Ramírez ha grabado alrededor de cuarenta discos, y suman unas cuatrocientas las composiciones que responden a su autoría; también incursionó en la cinematografía al producir bandas sonoras para destacados cineastas argentinos.
Al referirme a su versatilidad, lo hice pensando no sólo en los temas folklóricos por él interpretados, sino también en una serie de tangos memorables que llevó al disco, entre los que recuerdo particularmente “El 13” de Spátola, uno de los tangos preferidos de Arturo Rubinstein.
Creador infatigable, con plena conciencia de los pasos dados en la trayectoria de nuestro folklore, Ariel Ramírez no ha buscado nunca el éxito fácil. De ahí , que el resultado de su obra esté encuadrado dentro de un único pensamiento: llegar al público sin más recurso que el de la verdad.
Reconocido, homenajeado y premiado en grandes centros de cultura del mundo, hoy es el barrio de Almagro, el barrio de Bettinotti, el que lo agasaja y el que se honra de contarlo entre sus ilustres vecinos.

Maestro:
          Don Manuel de Falla alguna vez le dijo que cuanto más nacional fuese su música más universal sería.
Y no se equivocó.

"La tristecita" - zamba - Letra: María Elena Espiro - Música: Ariel Ramírez

Nos cuenta su autor: 

         -Recuerdo LA TRISTECITA, primera zamba que compuse allá por 1945 en Tucumán. Yo era un necesitado, no tenía ni cinco. Había decidido conocer el resto del país, porque necesitaba acercarme a todo ese universo musical que desde mi natal Santa Fe no se podía aprender. Por entonces vivía, invitado por la familia Mothe, en una casona que está a las afueras de Simoca, era una construcción bellísima, rodeada de jardines, en medio de los cañaverales. Me gustaba caminar por allí sólo pensando... De pronto, oí que me llamaban, eran las cinco de la tarde y ellos tenían el hábito de tomar el té, siempre a esa hora. La mesa estaba tendida, pero aún no había nadie; era costumbre esperar para disfrutar de la compañía. Y entonces fuí directamente al piano, me senté y toqué por primera vez una zamba completa, como si la hubiese sabido por años. La dueña de casa que estaba escuchándome comentó: "¡Qué zamba más tristecita! ¿Cómo se llama?". Le respondi que se llamaba 'La tristecita' y durante ese día creo haberla repetido unas doscientas veces.; tal era mi entusiasmo y asombro.           Mi primera esposa, María Elena Espiro, le puso luego una hermosa letra.