El brindis es
el momento de una celebración en el que los invitados levantan y entrechocan
las copas para manifestar buenos augurios y/o felicitaciones.
Con respecto al origen de esta
costumbre, la de entrechocar las copas al brindar, hay tres versiones.
Una de ellas nos dice que el acto del
brindis se originó en Roma, en el siglo IV a. C., y que se realizaba por una razón bien distinta
de la actual. Los anfitriones como símbolo de confianza chocaban fuertemente
las copas con sus invitados, intercambiando así parte de la bebida. De ese modo quedaba claro que se podía beber tranquilo; que en esas copas no había veneno.
Otra de las versiones nos cuenta que en la
antigüedad, en los grandes banquetes, era costumbre que los comensales levantaran y golpearan sus copas para llamar la atención
de los sirvientes, logrando así que les volviesen a llenar sus copas. Y
de la costumbre se pasó al brindis.
La tercera versión es la que afirma que en la
antigua Roma se decía que del vino disfrutan todos los sentidos menos el oído. Y fue con el
chocar de las copas que este sentido, el del oído, comenzó a participar del gozo de la bebida.
Pero vayamos ahora al brindis de fin de año, a los buenos augurios
que, en un soneto, nos dejó un gran poeta. Hablo
de Daniel Giribaldi y de su...
AUGURIO REO
Usté, que demostró ser de buen paño
poniendo el lomo o exponiendo el cuero,
y que la sigue así de enero a enero
y garpa el alquiler y el morfi diario.
Usté, que nunca a nadie le hizo daño
y en esto de vivir es hombre entero,
tenga mano un momento, compañero,
que en pocas horas nacerá otro año.
Olvide al que se va, y en el que empieza
fije la mira y haga puntería:
el quejunap'atrás, siempre tropieza.
Y alce confiao su copa en este día.
¡Si bancó la otra mano la tristeza,
tallará en la que viene la alegría!
Daniel Giribaldi
"Un año más" - tango - Música: Joaquín Barreiro - Letra: Antonio Casciani
Si
hay una planta “estrella” en la Navidad, con permiso, por supuesto, del tradicional pino
navideño, es el muérdago. Lo vemos en esta época del año, como adorno en
diseños para los papeles con que se envuelven los regalos, en tarjetas de
felicitación y en adornos de puertas y ventanas.
Ahora, respecto a la costumbre de
besarse debajo del muérdago, ésta provendría del folklore escandinavo, que
sostenía que Frigga, diosa del amor y la belleza, obsequiaba con un beso a todo
el que pasase debajo de esta planta.
El muérdago, desde la antigüedad,
ha sido venerado como símbolo de fertilidad y vida eterna. Se lo consideraba
asimismo como antídoto contra los venenos, como afrodisíaco y de gran valor
para diversos usos medicinales y mágicos.
Sus lustrosas bayas eran utilizadas como amuleto contra la
epilepsia, las pesadillas y la brujería; la planta también representaba buenos
deseos, amistad y felicidad. En Europa se las colgaba en el frente de las casas
y en las puertas de los establos para mantener alejadas a las brujas; el que
poseía una ramita de muérdago estaba dotado de la cualidad de ver a los
fantasmas.
En estos días, a usted le podrá resultar fácil adquirir esta
planta, pero... un consejo: ¡No se automedique!
"Navidad" - vals de Osvaldo Pugliese y Eduardo Moreno -
El término pesebre (Del lat. praesēpe) indica un establo o, más exactamente, un pesebre, el Pesebre de la gruta de Belén donde, según la tradición evangélica, nació Jesús.
Con el tiempo, el significado de esa palabra se extendió también a la representación que se efectúa en las iglesias y que recuerda simbólicamente el Nacimiento.
Aunque una crónica, por cierto vaga e incierta, afirma que el primer Pesebre navideño se construyó en Nápoles, en el año 1025, en la capilla de Santa María, y que, es a San Francisco de Asís, a quien se le atribye la piadosa costumbre de reproducir, para Navidad, la escena del místico acontecimiento.
De lo que no cabe duda es que la representación plástica de la escena del nacimiento de Jesús es de origen italiano, y de que en todos los grandes museos del mundo existen lienzos famosos de los mayores artistas de todas las épocas, que se han inspirado en él, algunos de ellos reproducidos en el video adjunto.
Y aquí, ya me parece estar escuchándolo a Rafael Jijena Sánchez leyéndonos, de sus “Florecillas para el Niño Dios”, esta copla:
Achalay mi Niño,
achalay mi Dios,
a la media noche
ha salido el sol.
"Los pastores", de la "Misa Criolla" de Ariel Ramírez por Los Fronterizos
Bobo significa tonto, y proviene del latín balbus, tartamudo, (de ahí el verbo balbucear).
Se aplica a
la persona que dice o hace cosas que denotan falta de inteligencia, de listeza o
de discreción, a la persona de muy corto entendimiento o extremadamente cándida.
O sea que, un bobo viene a ser un simple o simplón, un inocente, un memo, un pánfilo,
un pavitonto, un pazguato, un botarate, un papanatas, un mastuerzo, un gaznápiro,
o, simplemente, un melón. Se emplea como insulto y, con frecuencia, se utiliza en
broma y sin intención ofensiva.
A fines del
siglo XIX, esta palabra pasó al lunfardo con el significado de reloj. Lo común entonces
era el uso del reloj de bolsillo, al que se llamó bobo, según algunos, porque se dejaba robar muy fácilmente.
Pasado el tiempo,
a alguien se le ocurrió asociar el tic tac del bobo con el tic tac de las contracciones cardíacas y pasó a llamarse
bobo, también, al corazón. Están los que
dicen que a este último se lo llama así porque trabaja todo el día y no descansa
nunca.
Miedo es la perturbación
angustiosa de nuestro ánimo por un riesgo o mal que realmente habrá de ocurrir
o que imaginamos. Miedo es el recelo o la aprensión que sentimos frente a la
certeza o posibilidad de que nos suceda algo contrario a lo que deseamos.
Quinto Curcio, uno de los primeros biógrafos de Alejandro, decía que el miedo
se horroriza de todo, hasta de aquello que pudiera socorrerle.
Edvard Munch
Es lo que, cuando éramos
pibes, llamábamos cuiqui o chucho, muy lejos de
saber, entonces, que esta última palabra la heredamos del quichua.
El susto, en cambio, es la
impresión repentina causada en el ánimo por una sorpresa o por el mismo miedo.
Y el julepe, palabra de origen persa que, arabizada, significa agua
de rosas, y que, también, designa un determinado juego de naipes, entre
nosotros es un término que está más cerca del susto que del miedo.
Tener miedo es tener jabón,
y no precisamente para bañarse; pegarse un susto o pegarse un julepe,
es también pegarse un jabón; si al miedo o al jabón se le suma el
espanto hablamos de pavura. Y si la pavura pasa súbitamente y sin fundamento a
ser terror generalizado, es entonces cuando se escucha pedir a gritos que no
cunda el pánico. Hay otra palabra que mucho
tiene que ver con la fisiología que, también, alude al susto y al miedo. Y si
no la digo es porque sé que, en determinadas circunstancias, lo que se puede
ganar en expresividad se pierde en decoro.
"Tengo
Miedo" * - tango de José María Aguilar y Celedonio
Flores
Canta Carlos
Gardel
* Me contaba Manuel Flores que, a su hermano Cele,
de todos sus tangos este era el que más le gustaba.
Aunque sea un lugar común, no
puedo dejar de decir que Enrique Cadícamo (Gral. Rodríguez, Prov. de Buenos Aires, 15 de julio de 1900 - Buenos Aires, 3 de diciembre de 1999) ha sido el poeta del tango por
antonomasia. Un poeta de dimensión mayúscula en la evolución literaria del
tango, de la que formó parte sustancial casi desde su origen.
Presumo que
a mucha gente le sucederá lo mismo que a ese burgués gentilhombre de Moliere
que hablaba prosa sin saberlo cuando repite la letra de tangos
indiscutiblemente populares que le pertenecen y que no relacionan con su autor,
tales, “Anclao en París”, “Pompas de jabón”, “La casita de mis viejos”,
“Rondando tu esquina”, “Los mareados”, “Nostalgias”, “Por la vuelta” y
muchísimos más.
Nacido el 15
de julio de 1900 en la estancia Los Maireles, en el pueblo de Gral. Rodríguez,
Enrique Cadícamo nació también para el tango, cuyo período de mayor esplendor
vivió desde adentro, siendo simple y auténticamente él, con sus tempranas
lecturas, su sabiduría de caminante mundano y su exquisita sensibilidad.
Apenas siete
años después de haberse escrito “Mi noche triste”, él se inició con “Pompas” o
“Pompas de jabón” y, al decir de Troilo, con este tango debutó ganando.
Después, y en poco tiempo, llegó a ser uno de los autores más grabados por
Gardel y ya no dejó de generar éxitos, ni de estar presente siempre, y en forma
destacada, en el repertorio de todos los cantores que vinieron después, y eso
hasta nuestros días.
Autor de memorables tangos, agreguemos que muchos de ellos llegaron a
merecer el halago del éxito perdurable y una vigencia inalterable. Una vigencia
de casi un siglo, llamada a sobrevivirlo.
Autor prolífico; podemos decir que Cadícamo cubrió poéticamente todo el
espectro temático del tango.
Y aquí dos
anécdotas:
Cuando cumplió ochenta años decidió dejar de fumar. Me
dijo que lo hacía porque el tabaco “ya no venía como antes”. Y el día que cumplió
98 me leyó por teléfono esta cuarteta que acababa de escribir:
Borrando nombres queridos
la muerte ha pasao su dedo.
Padres y hermanos se han ido
y yo de porfiao me quedo.
"NOSTALGIAS" - tango de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo -
Orquesta: Mario Demarco . Canta Edmundo Rivero
"A Enrique
Cadícamo"- tango - Letra:
Luis Alposta /
El balero es un juego infantil tradicional, cuyos
orígenes son inciertos y que podría tener su antecesor más antiguo en México,
en la provincia de Yucatán, donde se encontraron registros de su existencia
durante el primer milenio de nuestra era, con una variante que sustituye la
esfera de madera por cráneos humanos.
Por otra parte, los grabados
más antiguos que muestran jugadores de balero en Francia son del siglo XVII. Enrique III lanzó la moda del balero (bilboquet) durante su reinado, que se extendió entre 1574 y 1589.
Al monarca le gustaba jugarlo durante sus paseos. París todo, jugaba para
imitar a su Rey; pero, luego de su muerte, el juego pasó de moda y durante cien
años sólo se acordaron de él algunos entusiastas. El juego se renovó y volvió a
su época de oro bajo el reinado de Luis XV donde ningún “elegante” salía a la
calle sin su “bilboquet” de marfil.
Aproximadamente
en 1910, renace nuevamente el juego en Francia y se crean academias de
enseñanza: como la forma y el tamaño resultaban monótonos y antiguos, se
comenzaron a hacer de formas caprichosas: la "copa", el
"cubo", la "botella", el "sombrero", etc. En
tamaños había también una variedad inmensa, desde el "Terror", cuya
bola de madera de olmo era tan grande como una sandía y pesaba más de 5 kilos,
hasta el "Bibí", pequeño como una cereza, y el "Costaud"
formado por una perlita dorada y un mango no más grande que un fósforo.
Otra corriente señala que los primeros en jugar al balero fueron los
esquimales inuit, utilizando a manera de esfera el caparazón (con plastrón) de una tortuga y/o el extremo
de un cuerno.
En
cuanto al real origen de este juego: ¡Es cuestión de embocarla!
Mostrando a los alumnos de la Escuela "Juana Manuela Gorriti" cómo jugar al balero - 27 / IV / 2012
En lo que respecta a la
literatura, se conoce como narrativa gótica al género
literario donde se entremezclan terror y oscuridad. Se cree que la primera
novela de este género fue «El castillo de Otranto» de Horace Walpole, publicada
por primera vez a mediados del siglo XVIII.
En términos estrictos, el Gótico se
extendió desde 1765 hasta 1820 aproximadamente, aunque casi todos los autores
del Romanticismo del siglo XIX volvieron su mirada hacia él, inspirando algunas de
sus obras más famosas, tales como Frankensteino el moderno Prometeo de Mary Shelley
(1818), El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis
Stevenson (1886) y Drácula, de Bram Stoker (1897), quien ha
convertido a su protagonista en el vampiro más famoso.
El mito deJack el
Destripador ha sido el concepto central de varias obras literarias, artísticas
y cinematográficas: Jack the ripper, nombre dado a un asesino serial no
identificado (Londres, 1888).
Y ahora... 5 tangóticos que vienen a cuento:
Introducción
"... Que te sacarán los ojos"
1) “DEL DIARIO DE VÍCTOR FRANKENSTEIN” "Escribo esto en una siniestra noche en que mi obra ya está lista y mi sueño ha perdido todo atractivo. Una repulsión invencible se apodera de mí."
"Si aceptáis otorgarme lo que os suplico, nunca, ni vos ni cualquier otro ser humano, volveréis a verme. Me estableceré en las enormes tierras deshabitadas de América del Sur." (“Frankenstein”, de Mary Shelley - cap. XVII)