miércoles, 22 de diciembre de 2021

DESTELLOS Y PALABRAS

De los libros "Con un cacho de nada", "Entelequias", "Otro él" y "En esta hora

SELECCIÓN











































lunes, 6 de diciembre de 2021

ACERCA DEL ORIGEN DE LA PIZZA


Dicen, los que entre pizza y pizza se han dedicado a historiarla, que todas las civilizaciones la han conocido. Que bajo distintas formas y gustos ya cumplió tres mil años y que su antepasado remoto, la chozna de la chozna de su chozna, fue una simple hogaza.
En el antiguo Egipto, los panaderos, que ya eran gremio, al amasijo de harina y agua le agregaron levadura por primera vez, y lograron así estirar y afinar la masa hasta hacerla llegar a la mesa del mismísimo Faraón. 

Y la levadura, como antimazacote, hizo carrera. Los griegos y otros pueblos del medio Oriente al comprobar que alivianaba y aireaba el pan, la adoptaron.

Aunque los etruscos fueron los primeros en hornear pan sobre piedras calientes, existen informes que cuentan que los soldados persas de Darío el Grande, después de las batallas, solían hornear sobre sus escudos panes finos que acompañaban con queso y dátiles. Algo ya más próximo a la pizza que conocemos.

Heródoto nos cuenta que los babilonios consumían pan plano, y el poeta Arquíloco, en uno de sus versos nos dice que para preparar la hogaza, alimento principal del soldado, este  utilizaba su propia lanza para estirarla..

Siglos después, también los griegos, pero esta vez los asentados en el sur de Italia y especialmente en Sicilia, serían los que en tiempos de la proto-pizza darían un paso al frente aderezando el pan antes de hornearlo.

Más tarde, los romanos, adaptando y adoptando recetas y métodos de preparación de etruscos y griegos, inventaron para siempre lo que sería la redondez de la pizza y pasaron al panis focacius, que cocinaban las mujeres en hornos comunales. Una masa cocida similar al pan, condimentada con hierbas y semillas o, simplemente, con lo que se tenía a mano. Una hogaza redonda que los antiguos -dicen- comenzaron utilizando como mantelito individual o como plato en el que apoyaban todo lo que comían y que, finalmente, también terminaron llevándosela a la boca. 

Catón el Viejo, el que vivía obsesionado con la destrucción de Cartago, hace algo más de dos mil años, hablaba en uno de sus escritos de «una masa redonda aderezada con aceite de oliva, hierbas y miel, horneada sobre piedras». Se estaba refiriendo a una “dulce pizza” sin saberlo.

En el transcurso de los siguientes siglos, mediante las conquistas de Roma y las consecuentes adopciones de las costumbres romanas en las regiones colonizadas, esta comida se difundió en toda Italia llegando hasta las Galias.

Fueron surgiendo así diversas variantes regionales. Variantes que, aún hoy se siguen preparando con los mismos ingredientes de antaño.

Quinientos años después hizo su aparición la mozzarella, elaborada con leche de búfala, y han tenido que pasar muchos más, descubrimiento de América mediante, para que hiciese su aparición el tomate. Si bien inicialmente sólo se lo utilizó con fines decorativos, con el correr del tiempo (fines del siglo XVlll) la gente se animó a comerlo, y allí comenzó la verdadera historia de la pizza.

A partir de entonces, muchos creyeron ver en esta preparación una simbólica representación de la ciudad de Nápoles. El borde negro, como quemado por los ríos de lava del Vesubio; las blancas islas de mozzarella como si fuesen barrios y el rojo del tomate como un canto a la vida.

                     

Alejandro Dumas (padre) en su libro Le Corricolo (capítulo VIII), nos dice que la pizza, en Nápoles, era comida de gente humilde, sobre todo en invierno, y que se elaboraba con aceite, tocino, queso, tomate y anchoas.

Si bien la Antigua Pizzería Port’Alba, en Nápoles, fundada en 1738, es considerada como la primera pizzería del mundo, la historia nos cuenta que fue un único hombre el que creó la pizza tal y como la conocemos actualmente. Se llamaba Raffaele Esposito, propietario de la Pizzería “Pietro... e basta cosi” (literalmente "Pedro... y esto es todo"), fundada en 1780, cuyas puertas, ahora con el nombre de Pizzería Brandi, continúan abiertas. Él fue quien preparó, en 1889, una pizza especial para agasajar al Rey Umberto Primo y la Reina Margarita. Cuentan que a la reina, especialmente exigente con la comida, no le gustaban los sabores fuertes. Así que Esposito, como tributo a los reyes en su visita y para dar un toque patriótico a la pizza, la elaboró con los colores de la bandera italiana: rojo, verde y blanco, esto es, salsa de tomate, albahaca y queso de búfala, la auténtica mozzarella. A la reina Margarita le gustó tanto este plato, que bautizaron la creación con su nombre. Y así nació la “pizza Margarita”.

Según el Nuovo Dizionario Etimológico della Lingua Italiana, de Manlio Cortelazzo y Paolo Zolli, en alemán antiguo bizzopizzo (bissen en el idioma alemán actual) significaba mordisco y trozo de pan. En el siglo XII pizzo se convierte en pizza e indica "un pequeño pan redondo y tierno", típico de los pueblos lombardos. 

Aunque los orígenes de la pizza puedan rastrearse entre los persas y los griegos, los napolitanos ni lo discuten. Ellos se sienten y dicen ser los inventores de la que llaman su segunda comida nacional. Recordemos que para los italianos la primera siguen siendo los espaguetis.


¡Y ahora una canzoneta! - "Sensa Mamma e Sensa Amore" - canta Alberto Castillo

jueves, 11 de noviembre de 2021

ACERCA DE LA CAPILLA Y EL MANTO SAGRADO

Quien se convirtiera en el primer santo no mártir posterior a la oficialización del cristianismo, nació en Panonia, actual Hungría, en el año 316 después de Cristo. Su nombre era Martín. De él se sabe que a los 15 años ingresó al ejército romano y se dice que hallándose en pleno invierno con su legión en una zona de la Galia, se encontró con un harapiento y como no tenía nada para darle, tomó su espada, cortó su capa y le entregó la mitad.
Aquí, el Centurión pidiéndome documentos
            Una noble tradición nos dice que en Tours, Francia, existía un pequeño templo que habría guardado la mitad de aquella capa. Capa pequeña o capita, en latín se denomina “capella”. Y de ese nombre, “capella”, deriva el término “capilla” que es el que reciben las iglesias más o menos chicas, en memoria de aquella que guardaba la media capa de quien sería más tarde San Martín de Tours, patrono de la Ciudad de Buenos Aires.

Con respecto al manto de Jesús, los centuriones se lo jugaron a los dados pero entero. En el salmo 22.19 leemos: ”se repartieron mis ropas y echaron suerte sobre mi vestimenta”.
Veinte siglos después, Enrique Santos Discépolo, en Yira Yira; lo dirá de esta forma:


              “Cuando manyés que a tu lao
                 se prueban la ropa
                 que vas a dejar... “

                            (Hacer click en el triángulo de play)
 


jueves, 4 de noviembre de 2021

SEIS TEMAS CON EL "TATA" CEDRÓN


Una co-producción GOTAN-SEXTAN (París)

Grabaciones realizadas en París, en el Studio Sextan, en enero del 2004
Juan Cedrón / canto y guitarra
Facundo Torres / bandoneón
Emilio Cedrón / violín
Miguel Praino / viola
Román Cedrón / contrabajo

Entre otros temas:

PIOVE EN SAN TELMO

CANDOMBE PARA EL QUE HASTA AYER REÍA

TANGO DE LA LUNA QUE YIRA

MILONGA DE LA MUFIÑA

 A ROSALÍA


VIRGENCITA CRIOLLA

jueves, 28 de octubre de 2021

ACERCA DEL DINERO

ACERCA DEL DINERO 

·        "Acerca del Dinero", breve ensayo. Luis Alposta - Edición Academia Porteña del Lunfardo, Buenos Aires, 1984. 

     Tanto «ponerse» como hacer que otro «se ponga» no son dos hechos diferentes, sino más bien las dos caras de una misma moneda. Moneda que comenzó a rodar en el preciso momento en que las necesidades, y las circunstancias, llevaron a un barbudo con garrote a concebir la idea del trueque. Por tal razón, el primer «cobre» de la prehistoria bien pudo haber sido la piel de un mamut o la de un oso cavernario. Y en ese «tome y traiga», se me ocurre, ya estaba implícito el concepto de la especulación, dado que a mayores colmillos, a mayor intensidad de rugido, entre «julepes» y riesgos, mayor habría de ser también el precio del cuero en cuestión.

Aquellos eran tiempos en que el dinero no existía y el valor que se les daba a los objetos dependía exclusivamente de una urgencia de posesión. La permuta fue entonces la primera actividad comercial del hombre, y el trueque de una cosa por otra estableció, automáticamente, el valor de cambio.

Transcurrido el tiempo, milenariamente, y ya nacido el concepto de la compraventa, ha sido en la búsqueda de su perfección donde se terminó creando una nueva necesidad: la de encontrar un signo, símbolo o referencia que facilitase el trámite.

Cuando los hebreos tomaron como unidad de trueque a la oveja (Canning todavía no estaba asfaltada), dieron origen al término pecuniario, pues para referirse al tránsito de valores de un lado a otro se recurrió a la voz pecus, la que en latín significa oveja.


(V): PECUS, oris, n. Cic. Ganado, todo un género de animales, toda una especie; muchos animales de la misma especie. || Plin. Las ovejas. || Cic. Bestia, brutos, animal (oprobio que se dice al hombre estúpido). || Tropa, tropel, multitud (de hombres). Cat. Pecus equinum. Col. Yeguas. –volatile. Col. Aves domésticas. –niveum. Virg. Ovejas.–aquaticum. Col. Los peces. –caprigenum. Virg. Cabras. –urbicum. Plaut. Los brutos, los tontos de la ciudad.

 

PECUNIARIUS, a, um. Cic. Pecuniario, lo que toca y pertenece al dinero.

 

(Abreviaturas: Cic.: Tullius Cicero; Cat.: Catullus; Plin.: Plinius; Col.: Columella; Virg: Virgilius Maro; Plaut.: Plautus).


Ganado lanar, para hebreos, y vacuno, para griegos, representaron la gran moneda de hace veinticinco siglos. El signo, símbolo o referencia, se concebía entonces a partir de objetos reales y de inmediata utilidad. Como se ve, todo en «especias», como cuando se le pagaba a los esclavos griegos y de Oriente con cupos de sal (alimento del sudor ganado a fuerza de sudores), de donde proviene, justamente, la palabra salario (del latín salarium), y de la que deriva salado, aquí, con el significado de muy caro, precio excesivo.

 

(V): SALARIUM, ii, n. (sal). Plin. Salario, sueldo, recompensa del trabajo. || Plin. Inscr. Paga (del soldado). || Año de servicio (militar).

 

(RAE): SALARIO. (Del lat. salarium, de sal, sal.) m. Estipendio o recompensa que los amos dan a los criados por razón de su servicio o trabajo. || 2. Por ext., estipendio con que se retribuyen servicios personales.

 

SALADO, da ... || 6. Arg. y Chile. fig. Caro, costoso.

 

    ¡Y el hombre dio finalmente con el símbolo! Nacido el dinero, éste pasó a ser, rápidamente, un elemento civilizador, facilitando las transacciones entre los pueblos, trayendo y llevando no sólo lo material sino también lo cultural.

Pero, como nada se pierde y todo se complica, no por lo ya dicho dejó de traer, además, desgracias y calamidades. Tan complicado como nuestro tiempo actual, el hombre ya no sabe —en realidad— qué cosa es el dinero. Una simple abstracción que, cuando uno trata de definir, es muy probable que se quede en un puro movimiento de dedos.

Sin olvidar que el «dinero», en su versión más antigua, nos llevaría al Egipto de hace cinco mil años (se trataba de unos lingotes de cobre llamados tabnus), y que, según Herodoto, el inventor de la moneda fue Fidón, rey de Argos, unos novecientos años antes de Cristo, recordemos que fue recién en el siglo III a. de C. cuando los romanos establecieron su primer taller de moneda. Lo construyeron junto al templo de la diosa Juno Moneta, diosa ésta que, por una simple razón de vecindad, dio nombre a unos discos de oro, plata, cobre o estaño que por aquellos años significaban, en síntesis, cuantas ovejas, toros o pieles estaban en circulación. Así nació el vocablo moneta o moneda. ¡La moneda! La que, según un viejo refrán, «si se la hizo redonda para que ruede, también se la hizo plana, para que quede».

 

(PLI): MONEDA: fem. (del nombre de Juno Moneta, Juno Avisadora, junto a cuyo templo establecieron los romanos un taller de moneda). Signo representativo del precio de las cosas. || Pieza de metal acuñada por cuenta del soberano para servir en las transacciones. || Fig. y fam. dinero, caudal – Moneda falsa – moneda corriente – papel moneda – pagar con la misma moneda – Las primeras monedas fueron objetos de uso común: pieles, ganado (de donde el latín pecunia), trozos de metal.

 

(V): MONETA: æ, f. Ov. Moneda, pieza de metal, sellada con el sello público y corriente. || Mart. Sello o marca de la moneda. || Hyg. Moneta, madre de las musas, llamada también Mnemosine. || Cic. Sobrenombre de Juno, por haber avisado a los romanos, en tiempo de un terremoto, que sacrificasen una marrana preñada.

 

MONEO, es, ui, itum, ere, a. Cic. Amonestar, advertir, avisar, hacer saber, acordar. || Instruir, enseñar, pronosticar. || Castigar. || Reprender, censurar, criticar. || Hor. Contar, referir. Monere aliquem necessitatis. Tac. Avisar a uno de la necesidad, de la urgencia.

 

(Abreviaturas: Ov.: Ovidius Næo; Mart.: Martialis; Hyg. Eyginus; Cic.: Tullius Cicero; Hor.: Horatius Flaccus; Tac.: Tacitus).

Aquí también encuentra su origen la voz inglesa money («Time is money»: el tiempo es dinero).

Ahora bien, de las antiguas monedas romanas acuñadas en dicho taller, dada la intención de este trabajo, sólo dos nos interesan: denarius y solidus.

 

(V): DENARIUS, ii, m. Cic. (se ent. numerus) Isid. Decena. Similiter per ceteros denarios. Prisc. Del mismo modo para las otras decenas. || Denarius, c. (se ent. Numus) Denario, moneda de plata de los romanos, que valió primero diez ases y después dieciséis. || Plin. Le hubo también de oro que valió veinticinco denarios de plata, o cien sestercios. Ad denarium solvere. Cic. Pagar hasta el último denario, hasta el último maravedí. || Macr. Vop. As, moneda do cobre. || Cic. (en gener.) Plata, moneda de plata. || Plin. Peso de una dracma ática, séptima parte de la onza romana.

(Abreviaturas: Cic.: Tullius Cicero; Isid.: Isidorus; Priso.: Priscianus; Plin.: Plinius; Macr.: Macrobius; Vop.: Vopiscus).

 

 

(RAE): DENARIO, ria. (Del lat. denarius, de deni, diez). Adj. Que se refiere al número diez o lo contiene. U. m. c. s. m. || 2. m. Moneda romana de plata, equivalente a diez ases o cuatro sestercios. || 3. Moneda romana de oro, que valía cien sestercios.

 

Denarius, con el tiempo, devino en dinero, el mismo que llevó a Jesús a su Cruz, «aquellos treinta denarios (o dineros) de la injusticia y el odio», al decir de Santo Tomás de Aquino.

 

(V) SOLIDUS, i. m. Lampr. Sueldo, moneda de oro de peso justo y entero. (Valió en tiempos 25 denarios, pero después se alteró su peso y su valor.)

 

(Abreviaturas: Lampr.: Lampridius)

.

Solidus, nombre de una antigua moneda romana, derivará después en sueldo (sinónimo de salario), sin perder por ello el significado original de sólido: cuerpo cuyas moléculas tienen entre sí mayor cohesión que las de los líquidos. Esta última palabra, líquido, es ahora la que me lleva a la ele del diccionario:

 

(PU): LIQUIDO, da. adj. Dícese de los cuerpos cuyas moléculas obedecen aisladamente a la acción de la gravedad y que tienden siempre a ponerse a nivel. (Sinón. fluido) || Disponible: dinero liquido. || Que no tiene ningún gravamen: caudal liquido.

 

LIQUIDAR, v. t. Convertir en líquido: liquidar un gas. (Sinón. fundir) || Com. Vender en liquidación (Sinón. Pagar y vender) || Fig. Hacer el ajuste final de una cuenta. || Fig. Poner fin a una cosa. || Fam. Quitarse de encima; matar.

 

ILIQUIDO, da. adj. Sin liquidar: deuda líquida.

 

Cerrado el diccionario, la reflexión se impone: En términos de economía, las palabras parecen no variar mucho. Estar ilíquido, como hemos visto, es lisa y llanamente «andar seco», que es lo que ocurre cuando falta circulante y los «entendidos» dicen que «hay iliquidez en el país».

Pero vayamos ya a lo nuestro y comencemos por recordar la fecha en que nos decidimos a acuñar moneda propia por primera vez. ¡Fue el martes 13 de abril de 1813! 

Ese mismo año también habría de hacer su aparición, entre nosotros, el papel moneda. El gobierno solicitó, entonces, un préstamo de quinientos mil pesos a un grupo de capitalistas y, al no poder saldar la deuda dentro del plazo establecido, aquellos pagarés firmados comenzaron a circular como vales, para terminar dando origen al billete de banco.

Pocos años después, en 1820, y en Contestación al Manifiesto de Fernando VII, Bartolomé Hidalgo escribiría estos versos:

 

«Mejor es andar delgao,

Andar águila y sin penas,

Que no llorar para siempre

Entre pesadas cadenas.»

 

La palabra águila, que acabamos de leer, es una voz popular que significa pobre, sin dinero. Nos volveremos a encontrar con ella, casi cien años después (1916), en el Himno al pato, de Felipe H. Fernández, «Yacaré»:

 

«Ciego, mishio, forfait, águila, pato,

sin un mango, viviendo del pechazo,

mal empilchao, sin fasos, pobre gato,

la morfo procediendo del mangazo.»

 

    Y ya que hemos arrimado el bochín al tema del lunfardo (gracias a estos versos de Yacaré), pasemos a ocuparnos ahora, aunque sólo sea en forma somera; de los distintos nombres que, popularmente, el dinero, recibe entre nosotros.

Y digo distintos nombres, pues así como no existen dos hombres idénticos, tampoco existen dos vocablos iguales. Aunque el significado de varias voces sea, en lo general, el mismo, son los matices y las connotaciones los que, en lo particular, marcan las diferencias.

Yendo ahora a los distintos términos lunfardos que utilizamos para. designar al dinero, volvamos al poeta recién citado:

 

«A la guita le llamo sport o ventolina,

menega, mosca, duros, shosha, morlacos,vento,

nales o bataraces, gomanes o ‘elemento’,

mangangás o guitarra, es decir meneguina.»

 

       (Del poema ¡Qué Merza! – Yacaré)

 

Entre todas estas voces, y ensayando una clasificación, están aquellas que aluden a la velocidad de circulación del dinero, a la fugaz permanencia del mismo en una mano para pasar a otra:

 

(C): VENTO. m. Sust. Dinero. Originado en el genovesismo de igual ortografía y significado, y extraído del italiano puro vento: viento, por figura de lo que se va de las manos con suma facilidad. Admite la forma vésrica tovén.

 

(G): VENTOLIN, VENTOLINA: dinero (por cruce con el español ventolina: viento leve y variable)

 

(RAE): MOSCA. (Del latín musca) f. Insecto díptero, ... || 4. del español familiar. Moneda corriente.

 

    Este es un término que ya utilizaba Quevedo, y la metáfora del tiempo que puede permanecer una mosca en nuestra mano creo que es clara. En Boda de Pordioseros, el poeta nos dice:

 

«Sentáronse en un banco

Cual si fuera de pope,

Que el matrimonio en pobres

Es remo con que bogan,

Cuando por una calle

El Manquillo de Ronda,

Entró dando chillidos,

Recogiendo la mosca.»

 

Digamos, de paso, que, entre nosotros, cuando la «mosca» es mucha y se gana con facilidad pasa a ser la «mosca loca».

.........................................................

«Lo trataba a su padre de masoca,

porque supo ser siempre un laburante,

mientras él era sólo un delirante

que pensaba en tener la mosca loca.»

......................................................... 

 (“Soneto a un Malevo que no leyó a Borges” Luis Alposta.)

 

Mosca origina, además, mosqueta (la mosqueta), también con el significado de dinero, acepción ésta que no registra ninguno de los diccionarios lunfardos consultados.

 

(C): MOSQUETA. f. Sust. Juego con barajas o con tres medias cáscaras de nuez y una bolita, que practican los fulleros.

 

Luz, en español familiar significa dinero. Nosotros, en cambio, la utilizamos con otro significado y, cuando se trata de un individuo «rápido» (sobre todo en cuestiones de billetes), solemos decir que «fulano es una luz».

 

(G): ALUMBRAR. Pop. Proveer de dinero.

 

 En este punto, recordemos aquellas denominaciones que, ya al nacer, están condenadas a un olvido cercano. Son las que hacen referencia a los colores, a los grabados, a las formas o, simplemente, a los valores del papel moneda, elementos éstos llamados a variar con el tiempo y perder vigencia.

 

(G): BATARAZ. Pop. Pinto, plomizo y blanco. || Antiguo billete de cincuenta pesos (por el color). Del guaraní mbatará: matizado, que presenta diversos colores.

 

CANARIO. Pop. Billete de cien pesos. Por el color amarillo de la emisión que circuló hasta 1940.


RADICAL. Pop. De diseño francés y tonos celestes, de 50 centavos, emitido en junio de 1918, durante el gobierno de Hipólito Irigoyen. Emisión que dejó de circular en 1948.  

 

LANGOSTINO. Pop. Billete de diez mil pesos moneda nacional, emisión del 18 de diciembre de 1961. Alude a su color castaño rojizo.

 

Hoy llamamos colorado al peso argentino, el que, milagrosamente, sobrevive. En cambio, sus compañeros de emisión, el azul, el marrón y el verde (50, 10 y 5 centavos arg., respectivamente), han sido condenados al horno el 31 de marzo de 1964.

La inflación nos ha llevado en los últimos años a hablar de los verdes, aludiendo así al color de los dólares (verde, aquí también deriva en verdolaga); aunque la superinflación ha llegado ya a modificar el término y hoy es común oír hablar de palos verdes.

Recordemos, de paso, que también existe una plata negra, la que sólo puede perder su condición de tal mediante un blanqueo. Especie de tablero de damas es éste, en el que los que mueven hábilmente las fichas suelen ser aquellos que tienen billetes de todos los colores.

 

(G): FRAGATA. Pop. Billete de banco de valor de mil pesos (emisión del 21 de diciembre de 1944, cuyo reverso mostraba una reproducción del cuadro «Fragata Sarmiento» de Hugo Lebán).

 

(T): SABANA se llama al billete de gran tamaño, otrora el de cien pesos. Pág. 28.

 

Para referirnos a distintos valores:

 

(G): OOCINERO. Pop. Cinco. || Antiguo billete de cinco pesos. Por juego paronomástico de cocín, forma vésrica de cinco, y el esp. cocinero.

 

GAMBA. Lunf. Pierna || Billete de banco de valor de cien pesos. La primera acepción, del ital. gamba: pierna; la segunda, del ital. jergal septentrional gamba: cien liras (que dio también el argótico jambe: cien francos).

 

MEDIA GAMBA: billete de cincuenta pesos.

 

LUCA. Pop. Billete de mil pesos. Admite los festivos lucarda y lucrecia, con igual significado. (Origen incierto).

 

PALO. Pop. Millón de pesos. Acepción de origen incierto, aparecida a fines de la década de 1960.

 

En la misma época comienza a utilizarse la palabra garrote con el significado de un millón de pesos, no registrando dicha acepción ningún diccionario lunfardo.

 

(RAE): GARROTE. (Del fr. garrot) ... || 13. Fig. y fam. Quitar el ratero la anilla a un reloj de bolsillo para separarlo de la cadena.

Gobello trae el verbo garrotear con este mismo significado.

 

(K): GARRROTE: se dice así al bufarrón en los "cuadros".

La unidad del peso, por lo general, suele designarse con la forma vésrica sope (que da sopardo) y la voz mango. Es así como se dice un sope o un mango. Esta última palabra es, probablemente, un lusismo. La voz mango es usada en el Brasil y también provincialmente en Portugal, para designar la moneda de mil reis.

A esta altura vaya un recuerdo para los patacones, los nacionales», los nales, los grullos, los mangangás (1) y los morlacos (2), de los que solamente queda memoria en la literatura gauchesca y en algunos tangos. Y otro más para la graja, los ferros, el amarillo y la blanca, hoy auténticos arcaísmos lunfardos, ya registrados por Antonio Dellepiane en 1894.

 

(1) (O): MANGANGA. Leng. gen. Tipo de avispa de gran tamaño. Del guaraní mamangá: avispón. || Pop. y fest. Peso, unidad monetaria. Por juego paronomástico con mango: peso.

 

Un informante ocasional, Albino Paredes, de nacionalidad paraguaya, es quien me dice que este término es corriente, hoy día, en Asunción. Y a continuación me dice: «emmonbó chéve mamangá»: tirame unos pesos (o unos mamangasitos).

 

(2) (G): MORLACO. Pop. Peso (unidad monetaria)... Es americanismo de origen incierto.

 

(T): «Algunos pseudolunfardismos parecen ser vocablos comunes a la América latina o a buena parte de ella. Este sería el caso de morlaco, peso, y también de grullo, que además de nuestro país se registran en Uruguay, México, Venezuela, etc. En lo que se refiere a mangrullo, se lo considera una combinación de mango y grullo.» Pág. 122.

 

Para la etimología y derivaciones de la voz morlaco, es de gran provecho el estudio de Enrique R. Del Valle (Comunicación Académica Nº 356, 1969, Academia Porteña del Lunfardo).

Pasemos ahora a los términos utilizados para referirnos a una gran cantidad de dinero, a un platal (americanismo familiar: dineral):

 

(T): PACO: del ital. pacco: paquete, envoltorio. En lunf.: un fajo grueso de billetes.

 

TOCO: del ital. tocco: trozo grande. En lunf. igual al anterior. Pág. 63.

 

(G): FANGOTE. Lunf. Envoltorio, paquete Del genovés fangotto: pequeño paquete.

 

También, con igual sentido, recurrimos a carrada» y a los ruralismos ponchada y punta (una carrada de guita; una ponchada de pesos; una punta de mangos).

 

(5): PONCHADA. Cantidad de objetos que llenan o podrían llenar un poncho. Cantidad grande de cosas.

 

PUNTA. Porción, multitud de personas, animales o cosas.

 

Cuando la cantidad de dinero se reduce a unos pocos billetes o monedas de escaso valor, solemos hablar de chauchas (chaucha y palitos) o chirolas.

 

(G): CHAUCHA. Leng. gen. Judía verde || Pop. (sólo en plural) moneda de poco valor. Del quechua cháucha: patata aguanosa.

 

(RAE): CHIROLA. f. Arg. Peseta boliviana o chilena. || 2. Chile. Moneda chaucha o de veinte centavos.

 

Con alusión al dinero en general, recordemos otras voces lunfardas:

 

BIYUYA: Para José Gobello procede del piamontés bëgieuia: grabado, sin descartar un cruce con el español billete. Según el recordado economista Enrique Silberstein provendría del francés bijou, que significa alhaja, joya.

 

CHALA: f. Amer. Hoja que envuelve la mazorca del maíz. (Sinón. Farfolla) || Arg. Dinero. Es voz de origen quechua.

 

TELA: (Del español familiar). Según (RAE): || 15. fig. vulg. Dinero, caudal.

 

MENEGUINA, MENEGA: (G): Tal vez del milanés Meneghin-Meneghina: el milanés, la milanesa (por considerarse a los milaneses gente de dinero). Por suponerlo diminutivo, el pueblo lo convierte habitualmente en menega. Para E. Silberstein: Menega proviene del inglés: many guineas (muchas guineas, antiguo dinero británico, y cuya pronunciación castellana es meni guinis).

 

SHOSHA: voz lunf. Dinero. De origen incierto, hoy casi en desuso.

 

RUPIA: (se la utiliza en plural: rupias) f. Dinero.

 

Los diccionarios lunfardos consultados no registran esta última palabra, salvo el de Juan Carlos Kruizenga (rupias: dinero).

Veamos ahora la definición del (RAE): RUPIA. (Del sánscrito rúpya o rúpaka, moneda de plata.) f. Moneda de plata usada en la India y en el Pakistán.

Algo más sobre esta palabra: en marzo de 1981, estando en Nueva Delhi, no dejaron de llamar mi atención dos vocablos que allí parecen circular más de boca en boca que de mano en mano: pesa y rupia (1 pesas = 1 rupia / 8 rupias = 1 dólar). Es evidente, aun para el turista que suele verlo todo a través de unas lentes ahumadas, que en aquellas latitudes (como en tantas otras) la pesa pesa muy poco y es tarea bastante pesada ganarse una rupia.

Mi amigo, el médico internista Indurjit Bedi, fue quien me explicó que ambos vocablos pasaron de la lengua devnagri a la hindi, habiéndose dejado de utilizar entre los siglos VIII y XVII, período éste en que mahometanos y mogoles impusieron como unidad monetaria la taka y el asharfi, siendo esta última, moneda de oro.

Y aquí, es donde me vengo a preguntar cómo y por qué la rupia llegó á encontrar cierta circulación en Buenos Aires, donde, reemplazando pesos por pesas, no es infrecuente escuchar expresiones como ésta: «¡Che, Flaco! ¡Tirame unas rupias, que a fin de mes te las devuelvo!».

   Pero tratándose de plata, para los porteños la palabra por excelencia es y seguirá siendo guita (un carro de guita, un camión de guita, un vagón de guita, un paquete de guita, un kilo de guita, una montaña de guita, un mar de guita, nadar en guita, toda la, guita, cualquier guita, la guita del país, buena guita, ¡la guita!, la guita loca, la guita fácil, la guita dulce —de la segunda mitad de la década del 70, la guita negra, hacer la guita, más guita que los ladrones, guitarra, etc.).

 

(RAE): GUITA (1). (Del lat. vitta, cinta.) f. cuerda delgada de cáñamo.

 

GUITA (2). (Del lat. dita: riqueza.) f. fam. Dinero contante y caudal.

 

Francisco Rodríguez Marín, en Cantos populares españoles – (2da. ed. 1951, Tomo I, pág. 239) trae la siguiente copla:

 

«Para pescar a un hombre

se necesita

una caña muy larga

con mucha guita.»

 

(Co): CUITA: 1527, ‘cuerda delgada de cáñamo’. Origen incierto, probablemente viene en forma indirecta del lat. vitta ‘venda sagrada’, ‘cinta con que las mujeres se ceñían la cabeza’, por conducto del germ. witta (tomado del latín y corriente en el alto alem. ant.) y el fr. ant. guite. Guita ha tomado figuradamente el significado de ‘dinero’ por comparación con un bramante que da de sí indefinidamente.


Rafael Salillas, en su «Vocabulario del caló jergal» en «El Lenguaje» (Madrid, 1896, pág. 32.4), registra:

 

GUITA. (Del caló gui, trigo). f. Dinero.

 

GUITARRA. (De guita, dinero). f. Supuesta máquina de hacer monedas de cinco duros, que se emplea en el timo de la guitarra.

                                                                

Eusebio R. Castex (Pasatiempos lexicográficos, Buenos Aires, 1940), recuerda que Juan de Castellanos escribió, diez años antes de que Mateo Alemán escribiera el Guzmán de Alfarache, su Elegía de varones ilustres de la India (publicada en Tunja, México) donde dice que los indios de Coro usaban como moneda las semillas del guitero, a las que llamaban cay ‘oro’.

 

A propósito, Dellepiane (1894) trae GUITERO: m. Cobrador (de guita, dinero).

Un viejo dicho popular nos recuerda que el dinero requiere tres cosas: Saber ganarlo, saber gastarlo y saber despreciarlo.

Como vemos, en ninguna de las voces populares que he citado se pone de manifiesto el desprecio. Este, sólo parece estar asociado con el dinero cuando los psicoanalistas, recurriendo a una palabra de antigua y rancia estirpe latina, nos hablan de caca, coincidiendo en esto con Bacon, quien dijo que «el dinero es como el estiércol, que no sirve si no se lo esparce».

Otros que también parecen despreciarlo, son aquellos puntillosos de la lengua que se refieren al «vil metal». Aunque, sospecho, al vil metal sólo se refieren aquellos que se plantean su posesión como algo similar a la represión sexual.

Un proverbio árabe nos aclara que «el perro que tiene dinero se dice: Señor perro». Este mismo concepto versificado por Quevedo, nos dice:

.................................................

«¿Quién hace al tuerto galán

y prudente al sin consejo?

¿Quién al avariento viejo

 le sirve de río Jordán?

¿Quién hace de piedras pan,

sin ser el Dios verdadero?

El dinero.»

..............................................

 

¡El dinero! Al que ni el mismo Quevedo se atrevió a despreciar, dado que fue él quien escribió:

 

«Madre, yo al oro me humillo;

él es mi amante y mi amado,

pues de puro enamorado,

de continuo anda amarillo;

que pues doblón o sencillo

hace todo cuanto quiero,

poderoso caballero

es don Dinero.»

 

Y a todo esto, entre palabra y palabra, a los porteños hace ya mucho tiempo que la pregunta de siempre se nos hizo ranchera: «¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?»

 

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Diccionarios consultados:

 

(C) Cammarota, Federico: Vocabulario familiar y del lunfardo, Buenos Aires, Ed. Peña Lillo, 1964.

(Co) Corominas, Juan: Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Editorial Gredos, Madrid, 1961.

Dellepiane, Antonio: El Idioma del Delito y Diccionario lunfardo, 1894, Reed. Buenos Aires, Fabril Editora, 1967.

(G) Gobello, José: Diccionario Lunfardo, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, 1975.

(K) Kruizenga, Juan Carlos, Capparelli, Vicente A. y Diccio, Juan J.: Diccionario de voces comunes y lunfardas, Boletín de la Dirección de Investigaciones, Policía de la Provincia de Buenos Aires, 1975.

(PLI) Pequeño Larousse Ilustrado, Ed. Larousse, Buenos Aires, 1968.

(RAE) Real Academia Española: Diccionario de la Lengua Española, Madrid, 1970.

(S) Saubidet, Tito: Vocabulario y Refranero Criollo, Ed. Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1945.

(T) Teruggi, Mario E: Panorama del Lunfardo, Ediciones Cabargón, Buenos Aires, 1974.

(V) Valbuena, Manuel de: Diccionario Latino - Español, Ed. Ch. Bouret, Vigésima edición, París, 1930.