En el Libro Del Padre, Antonio Requeni nos recuerda
que, en los tiempos antiguos, el reconocimiento filial hacia la figura paterna estaba
esencialmente ligado a la celebración del honor y el heroísmo, como lo demostró
Jorge Manrique con sus coplas dedicadas a la muerte de su padre.
Pero Antonio Requeni, queriendo
-según sus propias palabras- una poesía que sin dejar de ser espejo de los más hondos
paisajes del alma, lo sea también de la más inmediata realidad, escribió este poema:
PIEDRA LIBRE
El padre juega con sus criaturas.
La cara vuelta contra la pared
y el brazo levantado hasta los ojos,
está contando como si llorara.
Y mientras cuenta sus criaturas crecen,
van por el mundo, suben escaleras,
se enamoran o estudian geometría.
entra en los cuartos y revisa muebles.
Apenas ve. ¿Quién apagó las luces?
Su voz, que ha enronquecido, los invita
a dejar de una vez sus escondites.
Y los hijos regresan, jubilosos.
¡Cómo han crecido! Son casi tan altos
como los sueños que en su juventud
solían desvelarlo dulcemente.
¡A contar! ¡A contar! -exclama el padre.
(Los grandes siempre vuelven a ser niños).
Y los hijos se apoyan contra el muro,
hunden la frente entre los brazos. Cuentan.
Y mientras cuentan -once, doce, trece...
el padre se va haciendo pequeñito.
Cuando terminan de contar lo buscan.
Lo buscan pero el padre no aparece.
Se ha escondido debajo de la tierra.
Adiós
Nonino (1969)
original - Astor Piazzola y su quinteto