En tiempos de la “peste negra” o
“peste bubónica” que azotó a Europa a mediados del siglo XVII algunos médicos,
conocidos como los “doctores de la peste”, utilizaban una vestimenta especial, inventada por Charles
de Lorme en 1630 (se la usó por primera vez en París). Un traje de
protección que consistía en una túnica de tela gruesa encerada, una máscara con
agujeros con lentes de vidrio y una estrafalaria nariz a modo de 'barbijo' similar a un
pico de pájaro, la que era rellenada con sustancias aromáticas con el fin de
proteger al médico de los “miasmas”.
Grabado de 1656
A finales del siglo XIX el
bacteriólogo francés LouisPasteurdemuestra la
existencia de agentes infecciosos microscópicos, y
se abandona la teoría de los miasmas.
Ante este cambio de paradigma un médico alemán,Carl Flügge, demostró que estos nuevos
microbios podían ser transmitidos
de individuo a individuo incluso a distancia, a través de pequeñas gotas que se expulsan de forma inadvertida por la boca y la nariz(gotas de Flügge).
Como consecuencia le pidió al profesor
de cirugía Jan-Antoni Mikulicz
Radecki diseñar una mascarilla para que los cirujanos eviten
contaminar a sus pacientes. Este último inventó entonces una "venda bucal", una compresa de muselina
que cubría la boca y las fosas nasales.
Otros cirujanos intentaron inventar
otros tapabocas con más o menos éxito. Finalmente, dos doctores sugirieron usar
un pedazo de tela rectangular,
con dos tiritas para atarla detrás de la cabeza.
La peste de China, que surgió en 1910
en Manchuria, es una de las grandes epidemias que hicieron avanzar la historia
de las mascarillas. Las imágenes de la epidemia en Manchuria muestran al personal
sanitario cubierto
con vendas que cubren toda la cabeza. Durante esta epidemia, su uso
se habría extendido a la toda la población.
El personal sanitario durante la epidemia en Manchuria, en 1910
Pero la epidemia que realmente
contribuyó al uso generalizado de los barbijos protectores fue la de la gripe española, en los años 1918-1919.
En ese momento se trataba de un cuadrado de gasa a menudo impregnado con antisépticos.
Por otra parte, Tito Saubidet, en su “Vocabulario
y refranero criollo” , refiriéndose a la voz “barbijo”, nos dice:
Cinta,
cordón o tiento sobado, de medio dedo de ancho, que va cosido por sus extremos
al borde interior del sombrero del paisano quien se lo ajusta en la barbilla
para asegurarlo contra el viento, sosteniéndolo en el cuello cuando lo lleva caído
sobre la espalda.
Alfredo Gobbi (padre)
Se
dice también de una cicatriz o corte en la cara que tenga más o menos su forma. "En la
pelea le hizo un barbijo de la oreja a la boca".
¿Y en el tango?
Escuchémoslo ahora a Gardel:
"El barbijo", tango de Jesús Fernández Blanco (letra) y Andrés Roberto Domenech (música)
La primera sensación displacentera que sintieron nuestros primeros padres después de haber
desobedecido a Dios, ha sido, sin duda, la incertidumbre. Una zozobra del ánimo
ante la espera de “algo” que presentían, de “algo que habría de ocurrirles” pero
que ignoraban cuándo y cómo. Y esa “emoción de la espera”, es lo que se llama ansiedad.
Conocido el castigo y
al ser expulsados del Paraíso, la incertidumbre pasó a ser angustia (episodio repentino de miedo muy intenso; taquicardia, palpitaciones, sensación de ahogo...). Y esto es,
seguramente, lo que sintieron Adán y Eva al recibir la sentencia.
Desde entonces y tal como la conocemos, la angustia real pasó a ser el
resultado de una pérdida de las relaciones humanas que proporcionan seguridad.
Y la ansiedad y la
angustia, juntas, socavando la fe suelen llevar a la desesperación, la que nació en los arrabales del Paraíso cuando el hombre tuvo, por primera vez, la sensación del no retorno; la
de no poder volver atrás.
Un símil de lo expuesto podemos hallarlo en el acto de nuestro
nacimiento: el paraíso protector del útero materno; la ‘ansiedad’ que,
seguramente, originan en nosotros las primeras contracciones; la ‘angustia’ de
pasar por el angosto canal del parto y, por último, con el corte del cordón
umbilical, la total ‘desesperanza’ del regreso.
También aquí, y es lo que quiero hacer notar, existe un paralelo con las
tres fases del síndrome general de adaptación de Hans Selye y su teoría del
estrés:
1) la ansiedad corresponde a la
primera etapa del SGA, llamada reacciónde alarma.
2) La angustia equivale a la segunda
etapa del SGA, o etapa deresistencia.
3) la desesperación coincide con la
tercera etapa del SGA, que es la etapa de agotamiento.
La ansiedad, la angustia, la desesperación, así, en ese orden (como en el bolero de Osvaldo Farrés “Toda una vida”, que
bien pudo habérselo cantado Adán a Eva), conforman lo que llamo síndrome
del pecado original o síndrome de Adán y Eva; el primer gran estrés con el que todos venimos
al mundo.
Se trata de una tríada sintomática que, en mayor o menor grado, sigue
estando presente en todas y cada una de las situaciones de estrés, a lo largo
de toda una vida.
ANSIEDAD
La ansiedad se vivencia en la anticipación de un futuro incierto, inseguro y/o amenazante. Es un estado psicológico displacentero, sin expresión somática manifiesta, descripto como expectación penosa o desasosiego ante un peligro impreciso.
La ansiedad (del latín anxietas, atis, acongojado) es una experiencia común a la especie humana, que se la podría definir como “emoción de la espera”.
En síntesis: en ella está implícita la incertidumbre, el presentimiento, la inseguridad. La ansiedad es una tensa expectativa y es un desasosiego que no reconoce una causa exterior.
ANGUSTIA
La angustia (del latín “angustus” o “angustiae”, angostura, estrechez, dificultad) tanto puede ser temor opresivo sin causa aparente, como miedo al castigo, vivencia de amenaza, congoja, presentimiento de la nada.
Hay dos tipos de angustia: la real o conflictiva, cuya causa reside en el “exterior” del sujeto y es el resultado de una pérdida de las relaciones humanas que proporcionan seguridad; y la vital, eminentemente existencial, producto de un interrogante sin respuesta (1).
La ansiedad nació con el pecado original y la angustia con el castigo Divino. El sentido de este último es la culpa y ésta se resuelve en desesperación, en la certeza del no retorno.
(1) -básica: La que se experimenta en la infancia ante la sensación de estar solo y desamparado en un mundo hostil (Horney). // -primitiva. La que se experimenta al nacer (trauma del nacimiento) y es a la que se remiten todas las angustias posteriores (Rank). // de situación. Sensación de aprensión que sobreviene al iniciar alguna empresa.
DESESPERACIÓN
La desesperación es la pérdida total de la esperanza.
Es una emoción que conmociona y encapota el ánimo, haciendo perder la capacidad de obrar de manera razonable. Desesperación es no encontrar la salida y entregarse a lo irremediable. Es un desasosiego con sensación brusca de pérdida y ausencia de todo cobijo y amparo.
La desesperación es un “manoteo a ciegas” seguido de abandono y entrega; es la aceptación del fin.
Es una confusa sensación de acorralamiento, sea éste real o no, del que, en casos extremos, se busca salir o escapar mediante el suicidio.
La desesperación es un “estar desorientado y no saber…”
"Toda una vida" - bolero de Osvaldo Farrés - Canta Tito Rodríguez
"DESENCUENTRO" - tango de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo