Los primeros españoles que llegaron a nuestras tierras hablaban, como se sabe,
el viejo idioma de Castilla, y quienes aquí habitaban, sin entrar en detalles geográficos
ni dialectales, hablaban el quichua, el guaraní o el mapuche.
El genio del
idioma ha hecho que muchas de aquellas palabras, voces del castellano arcaico y
voces indígenas, se incorporaran a nuestro lenguaje, llegando a tener vigencia
aún en nuestros días.
De todas ellas,
hoy vamos a recordar una de origen quichua.
En el Diccionario
Quichua-español, del padre Lira, encontramos la palabra cancha con el significado de: patio, lugar o espacio cercado, ámbito
para deportes o espectáculos.
Mapuches jugando a la chueca (palín)
En la cancha
los indios practicaban un juego muy parecido al que los
españoles llamaban chueca (juego popular de origen castellano) y al que le fue
dado el mismo nombre.
La cancha era
un terreno rectangular delimitado por piedras o, sencillamente, delineado en el suelo.
Los instrumentos para el juego de la chueca eran una bola y un palo encorvado en una extremidad
para cada jugador. Los jugadores, entre los que también había mujeres, eran de cinco a quince (o más), divididos en dos campos. Cada uno de ellos ganaba un tanto cuando,
con el palo, hacía salir la bola de la cancha por el límite más cercano.
Y cancha originó
tener cancha, ser un tipo canchero y cancherear, que se dice cuando uno hace alarde de dominar una situación.
"Canchero" - Tango de Arturo De Bassi y Celedonio Flores
La música fue compuesta en 1925, agregándosele luego los
versos.
En las
buenas o en las malas
triunfante de pie o vencido,
la mano del buen amigo,
se tiende cordial y buena.
Consuelo en la dura pena,
aliento en amarga vida
si adoré a mi madre en vida,
también cultivé amistad.
Si alguna vez Estribillo cantado por Orlando Verri - grabado el 18-12-1950.
me ves rodar
tu mano firme y fiel me alzará fraternal.
Tu corazón,
noble sin par,
está vibrando al son
del violín
dormilón.
En los riscos del camino
mil veces lloré vencido,
mil veces fui mal herido,
sangrando en la dura huella,
de pronto alumbró una estrella
tu mano me dio la vida
se cerraron mis heridas
al soplo de tu bondad.
(recitado)
Mil veces caído
sentí desmayar,
mil veces tu mano
me diste al pasar.
Hermano fiel
en mi orfandad
tu mano firme y noble
floreció en amistad.
El tiempo cruel
no ha de borrar
jamás tu fiel recuerdo,
buen amigo leal.
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Amigos
que yo quiero
Tango Letra y Música: Hugo Gutiérrez
En la
vida tenemos mil cosas
que son
grandes, sublimes y hermosas,
que
ennoblecen y alegran el alma
alentándonos
el corazón.
Pero hay
una, sutil y suprema,
que nos
llega tranquila y serena,
es
hombría y lealtad,
sentimiento
y bondad,
es
sublime, se llama amistad.
Canta Edmundo Rivero
Amigos que yo quiero
escuchen
este tango,
que
lleva entre sus notas
un
apretón de manos.
Fue
escrito con el alma
pensando
en la amistad
con
lágrimas lo canto
por lo
que ya no están.
Alcemos
nuestras copas,
aquí en
el viejo bar,
que
mientras haya amigos
dan
ganas de cantar.
La
existencia si es negra condena,
con
amigos parece verbena,
sin
amigos no vale la pena
esta
vida llena de dolor.
Los
amigos igual que poetas
tienen
hondas ternuras secretas,
acerquémonos
más a la noble amistad
que nos
llena de fe y de bondad.
A los amigos
Tango instrumental
Música : Armando Pontier - por la orquesta de Osvaldo Pugliese
Nació en 1910 en Italia, en Borgotaro, provincia de Parma, donde lo
bautizaron Amleto Enrico Vergiati, un nombre que habría de quedar eclipsado por
el de Julián Centeya, el poeta que fue y seguirá siendo dueño del mundo que da a la esquina.
Con Julián, en febrero de 1968
Guardo de él una visión muy nítida. Lo
conocí en Coghlan, en una casa ubicada en el pasaje Sócrates 3045, donde vivía
rodeado de libros y papeles, en la que, más de una vez, lo vi manuscribir
prolijamente sus versos de atorrrancia
y singular belleza, ignorando al “pianito de escribir” que no tenía.
Lo recuerdo impulsivo, hablando a
golpes de inspiración. Todo él era una emoción... una soledad... un despedirse. Fueron los días
en que, sin aparato alguno, se escaneó en cuerpo y alma en su poema Atorro.
Si hasta me parece oírle decir: -Encanutado en la última pilcha,/negao a todo, / piantao de mí, / en
la pinchada que da el atorro, / como de nada, / puesto en el forro / del jonca ´e
pino me iré de aquí.
Cuando nació en él la idea de escribir una novela sobre el
vaciadero de Villa Soldati me dijo que iba a comenzarla con la siguiente frase:
- Llovía que daba calambre.
Y así fue. Lo que nos cuenta en ella, con la elocuencia de una
lágrima, comienza y termina con lluvia. Su escenario: montañas de tierra y
basura; camiones y carros; más basura, y fuego todo el tiempo. Y el cirujeo; y los intermediarios; y los que
van en coche; y los que allí ranchean
y allí mueren. Y en el boliche de Roca y Lafuente, él, Julián Centeya, el
“hombre gris de Buenos Aires” frente a un pocillo de café contándonos esa
historia. Esa dramática historia, “cruda y mucha”.
La de “El Vaciadero”, novela que publicó en 1971, escrita, tal su estilo, a
pluma y calle.
Una novela que, después de leerla, me llevó a escribir estos versos.
Eduardo
Arolas, el autor de DerechoViejo, fue un bandoneonista poseedor de una
modalidad de ejecución que hizo escuela; creador del “rezongo” y del “fraseo”, hizo
del bandoneón un instrumento de influencia decisiva en la conformación sonora de
la orquesta típica. Autor prolífico y de una excepcional inspiración; con merecido
prestigio como compositor e intérprete, no tardó en ser llamado “el tigre del bandoneón”.
DerechoViejo es quizás el tango más difundido de cuantos produjo. Lo compuso
en el año 1916, y fue en el café “La
Morocha”, de Corrientes y Río de Janeiro.
Con respecto a su tango ElMarne, recordemos que hubo dos Batallas del
Marne; dos combates bélicos mantenidos respectivamente en 1914 y 1918, durante la Primera Guerra Mundial,
que tuvieron lugar en las proximidades de dicho río, situado en el noreste de
Francia.
Eduardo Arolas escribió este tango en enero de 1919 inspirado en la segunda
de estas batallas, la que se desarrolló desde el 15 de julio hasta el 4 de agosto
de 1918. El Marne es una página de singular
importancia, verdadero concierto de peculiar y avanzada estructura, adelantadísima
para la época. Quizo el destino que Eduardo Arolas, hijo de padres franceses, falleciése
en el Hospital Bichat, de París, dejándonos sus tangos memorables y una leyenda.
Fue en 1924. Tenía treinta y dos años.
El Marne - tango de Eduardo Arolas - por la Orquesta de Aníbal Troilo
AHeráclito, filósofo griego del siglo VI antes de Cristo,
se lo suele recordar por las únicas dos frases, que, curiosamente, nunca dijo. Platón
es responsable de haberlas legado a la posteridad junto al equívoco: “todo fluye”
y “no nos podemos bañar dos veces en el mismo río”.
Píndaro
El
poeta Píndaro, también griego y contemporáneo de Heráclito, es el autor de esta
máxima: “Serás lo que debes ser, o no eres nada”. Siglos mediante la frase fue repetida
por el General San Martín y corregida luego por Mitre: “Serás lo que debes ser,
o si no, no serás nada”.
Cuenta
la historia que Alejandro (siglo III a. d. C.), estando ebrio, le dio muerte a uno
de sus generales más queridos, Clito, el Negro, y que Calístenes, sobrino de Aristóteles,
testigo de ese hecho, citó una frase de su tío: “Quien comete un crimen en estado
de embriaguez es doblemente condenable”. Y aquí el recuerdo de Martín Fierro se impone: "Aquél que ofiende embriagao / merecedoble castigo".
El
poeta español José de Espronceda, muerto en 1842, en El Diablo Mundo pone en boca de uno de sus personajes estos versos:
El que lo gana lojama; / a buscársela, hijo mío, / a hacer tú
mismo tu avío, / que el que nollora no
mama.
Esta última sentencia la volveremos a encontrar en el tango Cambalache,
donde va seguida de esta otra: