jueves, 8 de diciembre de 2016

EL HOMEÓPATA



EL HOMEÓPATA

Siempre está hablando de diluciones,
entre latines y otras cuestiones.
Siempre consulta ese libro grosso  (1)
con el que a tantos sacó del pozo.

Hoy dos pacientes son las que esperan.
Dos impacientes que desesperan
y se preguntan, dudas por medio,
¿cuál será el nombre de mi remedio?

Una es muy dulce, suave y muy frágil,
mujer callada y de llanto fácil.
Se siente sola y abandonada
y al mundo nunca le pide nada.

La otra es en cambio muy habladora,
mujer celosa y calumniadora;
es orgullosa, sensual e hiriente,
muy mal pensada y clarividente.

Y así el buen tordo que es unicista
con la paciencia de un alquimista
hace preguntas, raras, curiosas,
puntualizadas y minuciosas.  (2)

Y prosiguiendo en sus menesteres
teje la historia de ambas mujeres,
saca el remedio, no sé de dónde,
y el globulito que corresponde.

                            L. A.

(1)       Repertorio
         Libro -al que siempre debe recurrir el homeópata- donde están agrupados todos los síntomas producidos durante las experimentaciones, así como el nombre de los medicamentos que los produjeron. Repertorización: es el empleo práctico del Repertorio, es decir, la búsqueda de los síntomas homeopáticos que conducen a la prescripción

(2)       Homeopatía
Samuel Hahnemann - L. A.
         La Homeopatía es un método terapéutico desarrollado alrededor de 1790 por el médico alemán Samuel Hahnemann.
         Con su empleo, lo que se busca es estimular la fuerza vital del organismo para curar así la enfermedad.
         La Homeopatía no sólo sirve para curar enfermedades, sino, también, para producir cambios profundos en la esfera emocional y afectiva. Es un método basado en leyes naturales para la curación; y es la primera escuela médica que experimentó en el hombre sano.
         Su nombre proviene del griego homios, semejante y pathos, enfermedad.
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HOMEOPATÍA EN TIEMPOS DE HOMERO
(fragmento) 
                                                                                                  Luis Alposta

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         La “ley de similitud” fue enunciada por Hipócrates como una de las leyes que rigen la terapéutica. En el libro “De los lugares en el hombre”, dice: “Los padecimientos se curan por lo opuesto a ellos; otro procedimiento es curar las enfermedades por lo mismo que es capaz de producirlas”; “se tratará tanto por lo contrario como por lo semejante según la naturaleza de la enfermedad”, y más adelante agrega: “Hay una manera de formarse las enfermedades: vienen algunas veces por los semejantes, y curan por las cosas que las engendran.”
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         Recordemos ahora que la Ley de Semejanza no es una ley de curación, sino una ley que le permite al médico indicar el remedio; es la que afirma que se puede curar cada caso de enfermedad de la manera más segura, suave y radical, usando medicamentos capaces de producir en la experimentación una enfermedad similar a la que se busca curar.
Aquiles curando a Télefo
         Ahora, leyendo a Ovidio, (Amores – libro III) reparo en un párrafo que nos demuestra claramente que ya en tiempos de Homero (siglo VIII a.C.) era conocida y puesta en práctica la “cura por el semejante”, convertida, veinticuatro siglos después, como ya he dicho, en uno de los pilares de la Homeopatía.
         Ovidio, en este libro, alude a Télefo (de thèlè, ubre y elaphòs, cierva), hijo de Hércules y de Auge, a la sazón rey de Misia, que fue herido gravemente en uno de sus muslos por la lanza de Aquiles, cuando los griegos en su viaje a Troya arribaron a las costas de su país.
         De tal herida, Télefo sólo pudo sanar al cabo del tiempo (siguiendo las indicaciones del oráculo de Apolo) acudiendo al propio Aquiles, quien le aplicó en la llaga la herrumbre de la misma lanza con la que lo había herido.
         Se dice que Aquiles, instruido por el centauro Quirón, había aprendido el arte del auxilio médico y, al parecer, la “cura por el semejante” no le era desconocida.
“Primer  diccionario  de  Homeopatía”,

Bs. As.  Ed. Corregidor,  1993
        Se podrán recetar antibióticos y psicofármacos; se podrá recetar árnica o belladona; se podrán realizar transplantes de órganos y hablar de anticuerpos monoclonales; se podrá ser alópata u homeópata, pero todo eso, sin llegar a olvidar que el ejercicio de la medicina debe seguir siendo una auténtica escuela de amor al prójimo.

         Como decía el Dr. Escardó, la mejor medicina es la que cura. 
                                               


jueves, 1 de diciembre de 2016

ACERCA DE LA CUNA DEL TANGO


     Documentar en forma fehaciente cuál ha sido la auténtica cuna del tango es, prácticamente, imposible. La pasión localista quiere que sean tres los barrios que se la disputan: la Boca, Retiro y los Corrales Viejos. La mayoría de los estudiosos coinciden en que este último lugar es el más apropiado para un inicio.
         Pero vayamos a la zona vecina a la Plaza San Martín, la que hace ciento treinta años era conocida como el barrio de la Batería, barrio Recio, asiento de los cuarteles del Retiro, y sitio obligado para que los aguateros se proveyeran de agua en esa parte de la ribera.
         Lo que no se discute es el origen orillero del tango, y esa condición aquí también se cumple: lo que hoy es Florida y Santa Fe era orilla respecto del Río de la Plata, y orilla y extramuros de la ciudad por el zanjón de Matorras.
         Enrique Cadícamo, en su poema La Carpa (1945), es quien sostiene que el tango nació en la esquina de Florida y Santa Fe.


En el solar que hoy ocupa el Plaza Hotel,
barrio de la Batería,
hace sesenta años, existía
la famosa Carpa del Sargento Maciel...

En esa Carpa,
había una orquesta:
violín, flauta, bombo y arpa.
Los días de fiesta,
caían las mulatas a bailar habaneras
de africano arremango.
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En conclusión: El tango,
no nació en un turbio
y salvaje suburbio.
Nació en Florida y Santa Fe,
donde estaba la carpa famosa,
del Sargento Maciel.
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El tango tiene concomitancia,
con el solar del Plaza Hotel
y con aquellas habaneras
que las mulatas cuarteleras
bailaban en la carpa del Sargento Maciel. 


"Dame la lata" (1883) - de Juan Pérez - por el Cuarteto del Centenario