jueves, 1 de noviembre de 2018

LA HISTORIA DEL PUNTO


     En el siglo III antes de Cristo, Aristófanes de Bizancio, el bibliotecario encargado de la Biblioteca de Alejandría, fue el primero en plantearse la necesidad de respirar mientras se lee un texto. Con ese propósito introdujo en la gramática el uso del  punto.
         Más tarde, en el siglo VII, el eclesiástico Isidoro de Sevilla, quien fuera arzobispo de esa ciudad y al que la iglesia católica canonizara tras su muerte, actualizó el sistema de Aristófanes relacionando, por primera vez en la historia y de forma explícita, la puntuación con el significadoA él le debemos la utilización de la coma y la del punto final. 
        Vendrán después el punto y coma, los puntos suspensivos y los dos puntos. 
         Y ya que hablamos del punto, vayamos ahora -y por milonga- a la particular historia  de otro punto:

LA HISTORIA DE UN PUNTO

Esta es la historia de un punto
a quien desde la otra punta
de la línea fue otro punto
quien a punta de llamadas
puntillosa y puntualmente
lo empezó a tomar de punto.

Pero el punto ya cansado
cuando encontró al otro punto
y le halló su punto débil
poniendo punto a la cosa
sin más le calzó los puntos
al punto y como se debe.

Y así termina esta historia
a la que aquí muy puntual
sin comas ni punto y coma
y sin puntos suspensivos
le pongo punto final. 

Luis Alposta

"Nueve puntos" -tango de Francisco Canaro - Orquesta de Alfredo Gobbi