De no
haber existido el papiro Hipócrates no hubiera podido registrar “papirusamente”, la sintomatología de los males que aquejaban a sus pacientes.
Desde entonces la historia clínica ha venido a ser uno de los instrumentos más
importantes de la medicina.
Es en ella donde se resume
la herencia y los hábitos del paciente; la constitución psico-física; el
ambiente sociofamiliar y, de no llegar a dar con el arpa antes de que el médico
dé con la tecla, es donde se suele registrar también la etiología y evolución
de la enfermedad.
Es sabido que muchas
veces, a partir de una buena biografía se puede llegar a reconstruir una
historia clínica. También en la literatura en general, en tren de no dejar
pasar por alto diagnóstico alguno, podemos encontrar referencias médicas,
enfermedades y accidentes, que desde la urdimbre de un relato están abrumando a
determinados personajes.
![]() |
Girolamo Fracastoro |
El recordado poeta
de “La Crencha
Engrasada ”, Carlos de la Púa , menciona a la sífilis (la chinche) en su
período cuaternario en dos de sus poemas, haciendo alusión correcta al tiempo
de evolución (10 a
20 años) y a su localización nerviosa:
“……………………………………..
Y
bebió en diez años toda la alegría
y supo en
diez años toda la crueldad,
cuando
dio el remache de la fulería
la seña
jodida de la enfermedad.
Y sin un
consuelo, sin una aliviada,
la que de
la mugre se abriera tan mal
pagó
con la chinche fatal, angustiada,
la deuda
sagrada con el arrabal.”
(“La pebeta de Chiclana”)
“……………………………………..
Hoy,
vieja, arruinada, con pilcha rasposa
–la que
era de línea, la taquera fiel–
salva la
busarda junto a la cancela.
La
chinche en el coco se le fue tal vez!
(“La ex canchera”)
Muchas heroínas de novelas
de la época victoriana padecían de tuberculosis pulmonar, lo cual se explica
por la frecuencia de la tisis en aquellos tiempos. Las tuberculosas más
célebres de la literatura fueron Margarita Gauthier, Mimí, la esposa de David
Copperfield y la pequeña Eva de “La
Cabaña del Tío Tom”. No menos famosa, entre nosotros, fue la
obrerita que tosía por las noches, mientras pasaba un hombre pregonando con una
cotorrita.
En la obra del Malevo
Muñoz encontramos un solo caso de tuberculosis, y no se trata precisamente de
una jovencita grácil, de cutis fresco y ojos brillantes, sino que esta vez el
personaje es “El vago Amargura”:
“……………………………………..
Y volvió
de Ushuaia con la conocida
tos
envenenada que atrapa el canero,
y
olvidando todo se engrupe la vida
mandando
a bodega su troli cabrero”.
Casi con seguridad, el mencionado Vago
padecía también su buena cirrosis hepática:
“Mandando
a bodega su troli de vino
junto con
la mugre de un bar mishiadura,
está
siempre escabio el Vago Amargura,
que en
tiempos pasados fue un gran malandrino.
……………………………………..”
En la Ilíada se mencionan con gran precisión heridas
producidas por flechas, espadas, lanzas y piedras. Homero supo reflejar las
ideas médicas de los antiguos griegos, demostrando al mismo tiempo poseer un
profundo conocimiento de la traumatología. Carlos de la Púa , que parece no haber
quedado corto en esta especialidad, nos dice en “El feite”:
luce tajo
de guapo, marca rea,
un feite
en refasí, meticuloso,
que un
cacho de nariz le escolasea.
……………………………………..”
Y en “La Cortada
de Carabelas”:
“……………………………………..
En sus
bulines han truqueado, broncosas,
las
barras más temibles de los tiempos pasados
y sus
viejas paredes presenciaron famosas
peleas
que dejaban cuatro o cinco tajeados.
……………………………………..”
Dentro de la patología médica que figura en “La Crencha Engrasada ”,
es evidente el predominio de las afecciones que trasuntan conflictos
psico-socio-económicos, tales como la prostitución, la delincuencia y el
alcoholismo.
Una descripción feliz de un infeliz caso de
drogadicción lo encontramos en “Packard”:
“……………………………………..
Pero un
día la droga la hizo suya
y, en vez
de cargar nafta, echó morfina
y
cerrando el escape por la buya
se fajaba
de bute en cada esquina.
……………………………………..”
Hasta aquí, ha sido mi intención enfocar a “La Crencha Engrasada ”
desde un ángulo estrictamente semiológico. Deliberadamente he procurado no caer
en especulaciones psicoanalíticas, pues de haber mostrado a muchos de estos
personajes llevando a babuchas un complejo de Edipo no resuelto, estoy seguro
que ni ellos ni el propio Malevo Muñoz me lo hubiesen perdonado.
* “La Crencha Engrasada ”:
título del libro de poemas lunfardos que Carlos de la Púa publicara en 1928. Carlos
de la Púa ,
seudónimo de Carlos Raúl Muñoz y Pérez, a quien muchos identificaban
simplemente como “el Malevo Muñoz”.
* Del libro "El Lunfardo y el Tango en la Medicina ( Los bailes del Internado)” - ensayo.
Con prólogo del Dr. Luis F. Leloir. Ed. Torres Agüero, Buenos Aires,
1986. Reeditado ed. Marcelo H. Oliveri - Bs.
As., 2014.
"Packard" - letra: Carlos de la Púa - Música: Edmundo Rivero
Canta: Edmundo Rivero