(del libro “El dinero, la mujer y la muerte en el lunfardo” – ensayo – 1986)
cómo adquirió el hombre el don de la palabra. Ya Pitágoras, Heráclito, Platón y Aristóteles especularon sobre ello. Hoy, a veinticinco siglos de distancia, ponernos a investigar sobre el origen del lenguaje sería tarea tan vana, como la de querer encontrar un pelo en la cabeza de Geniol (consúltese con padres o abuelos).
Luis Alposta
Tan antigua como la Grecia clásica, y probablemente más aún,
es la cuestión de cómo adquirió el hombre el don de la palabra. Ya Pitágoras, Heráclito, Platón y Aristóteles especularon sobre ello. Hoy, a veinticinco siglos de distancia, ponernos a investigar sobre el origen del lenguaje sería tarea tan vana, como la de querer encontrar un pelo en la cabeza de Geniol (consúltese con padres o abuelos).
Pero en la
Bíblia está escrito que Dios le dio la palabra a Adán, y éste, al poner nombres
realizó así su primer acto poético.
Luego, Dios
dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda como para él.” Y de
un hueso extraído al primer hombre, formó Dios a la primera mujer.
Y fue
precisamente Adán quien le dio nombre a ella: por haber sido tomada del varón
la llamó Varona, con lo que no sólo
le puso nombre a su mujer, sino que, además, creó el género femenino.

Es esta la
primera historia que nos habla de un seductor, de una pecadora y de un marido
en babia. Historia que nos muestra a un Adán, después que le enroscaran la víbora, reaccionando
discepolianamente. A un Adán que, quizás, preguntándose a sí mismo: “Quién sos,
que no puedo salvarme, muñeca maldita, castigo de Dios…” se reprime y decide,
finalmente, morder.
Recién al ser expulsados del Paraíso, Adán le cambió el
nombre a su mujer y, con el significado de “madre de todos los vivientes”,
comenzó a llamarla Eva. Y si nuestro primer padre le dio a su mujer dos nombres
distintos, Varona y Eva, no es para poner el grito en el cielo si hoy los
porteños utilizamos, para designar a la mujer, apenas una docena de voces.
Por
supuesto que esto último no es privativo del lunfardo, pues la mujer, en todos
los tiempos y en todos los argots, ha
inspirado siempre múltiples designaciones.
Entre nosotros,
quizás sean estos versos de Felipe Fernández “Yacaré” los que más nos ilustran
al respecto:
“……………………………………………
Yo a la mina le bato paica,
feba, catriela,
percanta, cosa,
piba, budín o percantina,
chata, bestia, garaba, peor es nada o femina,
cusifai, adorada, chirusa, nami o grela.
……………………………………………”
Veamos
algunos de estos términos:
El
memorable tango de Samuel Castriota y Pascual Contursi, “Mi Noche Triste”
(estrenando en un escenario teatral por Manolita Poli, en 1918), uno de cuyos
méritos es haber llevado al lunfardo de lo meramente caricaturesco a lo
literario, inicia su primer octosílabo con la palabra percanta.
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Pintura: Ricardo Rodríguez |
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Pintura: Ricardo Rodríguez |
Esta
palabra, aproximadamente a mediados de la década del setenta, ha recobrado
vigencia entre los adolescentes, pero esta vez con el significado de mugre,
suciedad. Otro misterio etimológico que ha llevado a más de uno a decirme: -¡Pero Che! ¡Por qué no lavás el auto que
tiene una grela bárbara!
Naifa.
Entre las lenguas que rebasan sus fronteras nacionales figura el árabe, que se
extiende desde Casablanca hasta Damasco. Tal vez a ella le debamos la palabra naifa, para lo cual tendríamos que
especular con el hecho de que el Diccionario de la Real Academia Española anota
na’if, ‘excelente’, como etimología árabe de naife: cierto diamante de calidad superior. A propósito, Ángel Héctor Azeves acota que, la
existencia, entre nosotros, de una numerosa colonia siriolibanesa, justificaría
tal presunción. Digamos, para terminar, que en franca oposición a lo expuesto,
están aquellos que creyendo encontrarle una prosapia greco-latina, no vacilan
en hacer derivar a la naifa de las
ninfas.
China
- Paica - Catriela
El quechua
también aportó lo suyo con el término china
y, probablemente, con la voz paica.
Catriela es otra palabra que, igualmente, nos está sugiriendo el
indigenismo. Las tres han quedado registradas en el verso:
“China de largas polleras / y de
enagua almidonada…” - Vacarezza.
“Era una paica papusa, /
retrechera y rantifusa…” - Vacarezza.
“La catriela que engrupe mi
persona / es la flor de un comboy de fulería…” - De La Púa.
Consultemos ahora algunos
diccionarios.
“Vocabulario y Refranero Criollo”
de Tito Saubidet:
CHINA.
Mujer de la campaña. India pampa o mestiza. Sirvienta.
En quechua:hembra de los animales. Amada, querida: mi china…
(Este autor no registra las palabras paica y catriela).
En quechua:hembra de los animales. Amada, querida: mi china…
(Este autor no registra las palabras paica y catriela).
“Diccionario
Kkechuwa-Español” de Jorge A. Lira:
CHINA, f. Hembra, animal de sexo
femenino. Fig.
Parte en que se encaja alguna pieza saliente.
Parte en que se encaja alguna pieza saliente.
CHINA,
adj. y s. Doméstica, criada.
“Voz de Arauco” del P. Ernesto
Wilhelm de Moesbach, registra lo siguiente:
CHINA:
quechua
china: criada doméstica, especialmente casa de españoles; mujer plebeya.
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Pintura: Ricardo Rodríguez |
Veamos ya
qué dice el P. Lira:
PÁLKKA,
otros PÁLLKKA, adj. Bifurcado, de figura de horquilla.
Pálkka ñán: Camino bifurcado.
Pálkka máyu: Río bifurcado o dividido. f. Horqueta, bieldo. m. Látigo de varias
ramas.
PÁYKKO, f.
Planta quenopodiácea de olor penetrante, empleada en culinaria, así como en
medicina casera contra disenterías.
Papirusa

Apartándonos
por un instante del tema que nos ocupa, hagamos aquí un poco de historia.
Hubo un
tiempo, en las primeras décadas de este siglo, en que Buenos Aires tuvo el
triste privilegio de convertirse en una de las principales plazas de la trata
de blancas. Los ‘tratantes’, solían reclutar pupilas entre las campesinas
polacas, a las que raptaban, cuando no enamoraban o se casaban, para luego, una
vez en el puerto de Montevideo o de Buenos Aires, dejarlas en manos de los
rufianes o macrós, encargados éstos
de “clasificarlas” y “distribuirlas”. Así fue como muchos porteños escucharon
por primera vez pedir un cigarrillo en polaco.
Digamos de
paso que la expresión ‘tirar la chancleta’ encuentra su origen dentro del mismo
ámbito. La pupila se asomaba al vestíbulo vestida con peinador y sandalias. Por
cada cliente que atendía debía descalzarse, “tirando la sandalia o chancleta”.
La frase en sentido lato, significa rendirse al acto sexual, capitular,
entregarse. “Cuando una francesa se quitaba la chancleta de treinta a treinta y
cinco veces por día. se la tenía por una buena trabajadora”.
Y en este
punto, como no es mi intención hacer la crónica de la trata de blancas en
Buenos Aires, dejo el nudo para otra ocasión y retomo el hilo para pasar a
considerar la voz mina, que de todas
las nombradas es, sin duda alguna, la de mayor arraigo y difusión.
Mina
Esta
palabra tiene varias interpretaciones etimológicas: desde la que la hace
derivar de mina (socavón, criadero de metales), en el sentido de que la mujer
puede llegar a ser considerada como “una mina de oro”; hasta la que la hace
provenir de un jergalismo italiano: minna
= mujer; sin olvidar por ello la que le encuentra nacimiento en un lusitanismo
o brasileñismo, por contracción de menina,
que significa muchacha.
Y mina encuentra luego su variante
afectiva en minusa y en nami, de la misma manera en que
encuentra su superlativo en minón.
Recordemos
ahora otras voces:
BRAME: Anagrama irregular de
hembra.
BRAMAJE:
Deriva de la anterior con el significado de
hembraje, mujerío.
CATRIELA:
Mujer, querida.
DONA:
Alterna con donna. Mujer, esposa,
concubina.
Del ital. donna = mujer.
FEBA: Muchacha, adolescente
atractiva.
FÉMINA: Mujer. Del ital. fémina = mujer.
HEMBRA: Amante, concubina,
querida.
Admite el superlativo hembrón.
MOSAICO:
Moza (por juego paronomásico con el esp. mosaico).
YENUSA:
Mujer.
Ente los
vocablos que nos ocupan, están también aquellos que sirven para designar las
distintas edades de la mujer:
Desde el
nacimiento hasta finalizar el período de lactancia, hablamos de chancleta.
Durante la
primera infancia y pre-adolescencia los términos habitualmente empleados son: purreta, piba y pebeta.
Ya en la
pubertad se pasa a ser una borrega o
una pendeja.
Vendrán
después las etapas de mina, jermu y jovata.
Desde un punto de vista estrictamente cronológico, lo que es
innegable es que los extremos están dados por chancleta y jovata.
Y volviendo ahora al principio donde, según la
Biblia, el hombre comenzó a utilizar las palabras para nombrar las cosas y los
seres que le rodeaban, recordemos que a la mujer, el hecho de haber sido la
última en entrar a escena, no le ha impedido pasar a ser, rápidamente, la
‘primma donna’, lo cual también forma parte de un enigma. Y lo enigmático, en
todas las culturas, ha requerido siempre más de un nombre.
"El Motivo" ("Pobre Paica") - Letra: Pascual Contursi
Música: Juan Carlos Cobián - Canta: Edmundo Rivero