sobre un desconocido al que vi en el vestíbulo de una casa, colgando de una soga al cuello sobre el primer rellano de la escalera. Fue en la esquina
de Juncal y Libertad (Cinco Esquinas), una mañana de invierno de 1950 cuando iba
camino al Colegio Nacional Sarmiento. *
Al tiempo, escribí estos cuartetos que años después
musicalizó y cantó Edmundo Rivero.
CUARTETOS
PARA UN AHORCADO
Dicen que
fue en el
árbol del pasado
donde colgó
la soga del
recuerdo.
¿Filósofo, poeta,
loco o cuerdo?
Nos pregunta
su sombra desde
el muro.
Sólo sé
que vistiendo traje
oscuro,
ciñó a
su cuello el
lazo, suavemente,
dejó caer
el banco del
presente
y le
sacó la lengua
a su futuro.
Luis Alposta
Canto y guitarra: Aldo Videla
Julián Centeya - año 1966 - Radio Argentina
* "Por
propuesta del Intendente de Policía Hipólito Vieytes, el 8 de marzo de 1814 el
Gobierno había dispuesto ascender a Capitán de Ejército a Rafael Feliciano
Alcaraz, designándolo simultáneamente comandante del Piquete Selador (sic) de Policía.
A partir de ese momento y durante once años el preboste Alcaraz, como
generalmente se lo denomina, llenó un capítulo especial en la historia de
nuestra policía."
"Fueron célebres su partida, su honradez, su prescindencia
de la política, su coraje personal y especialmente su ferocidad con los
delincuentes a los que, si habían muerto o herido a un vigilante, los colgaba
sin ningún trámite del árbol más cercano. Uno de estos ajusticiamientos
sumarios ocurrió en 1818 cuando el preboste se enteró de que una banda de
malhechores planeaba asaltar la quinta de Martín de Elordi, ubicada en las dos
manzanas comprendidas por las actuales Guido, Juncal, Montevideo y avenida
Quintana. Es decir, lo que hoy conocemos como las Cinco Esquinas."
"Alcaraz emboscó a los delincuentes y después de una
intensa refriega consiguió matar al cabecilla y capturar al resto de los
bandidos. De inmediato puso en práctica su expeditivo sistema judicial,
ahorcando a los prisioneros en los árboles de la misma quinta que habían querido
asaltar, dejándolos varios días colgados como escarmiento. Es
de imaginar que por un tiempo ni el señor Elordi ni su familia se acercaron a
la quinta."
Jorge Labraña