jueves, 10 de septiembre de 2015

LA CULPA EN MARTÍN FIERRO



  Ed.  Corregidor,  Buenos  Aires,  1998.
Con prólogo de Arturo Berenguer Carisomo
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Leí por primera vez el Martín Fierro en cuarto grado. Después, fueron siempre lecturas parciales, fragmentadas, que generalmente no pasaban de “la payada” o “los consejos”. Pero ha sido en una relectura de todo el libro, efectuada en una tarde y de un tirón, que a partir del canto siete de La Ida (la muerte del Negro) se me impuso el tema de “la culpa” en Martín Fierro.
Después de aquella lectura no vi en el protagonista más que un modo personal de revivir esa muerte, que es donde se tendrá que buscar el origen de su drama. Pasó a importarme su dolor, su tristeza, su individualidad, su intransferible manera de cargar su cruz después haberse desgraciado.
La de Martín Fierro es una culpa paradigmática, y tal vez en ella resida su universalidad. Es una culpa que no habrá de abandonarlo: “la sangre que se redama no se olvida hasta la muerte.” / “Sombras y bultos que se menean”... 

                               Y ahora una curiosidad: escuchémoslo cantar a Jorge Luis Borges, tras recordar en una de sus conferencias un pasaje del Martín Fierro que viene a cuento.

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