
Y Joaquín dejó lo suyo y mucho más.
Ejerció el periodismo, pintó, escribió crónicas, guiones cinematográficos, cuentos, novelas (“Barrio gris”; “La comparsa”; “Oro
bajo”; “La gotera”)… pero por sobre todas las cosas, y en cada una de estas disciplinas, fue un poeta.
Profundo conocedor del idioma, su arte le permitió manejar todos los matices de nuestro lenguaje, y muy especialmente los de raigambre porteña relacionados con la ciudad, el suburbio y su fauna orillera: la calle, el barrio, el conventillo, el cafetín, los compadritos, los turros y la vitrolera.
Si en los últimos poemas -me dijo- recurría al lunfardo, lo hacía más por una necesidad espiritual que por pasatiempo.
Lo estoy viendo llegar a las reuniones de la Academia Porteña del Lunfardo, con su invariable media hora de retraso y el infaltable ¡Isa! de su peculiar saludo.
![]() |
En el restaurant MOPIN |
"Una existencia sencilla
y no afligirse por nada.
La vida es una canilla
que pierde aunque esté cerrada."
De buscarle una constante, digamos que en todo lo que Joaquín hacía estaba presente la creatividad y la calidez de su estilo.
Una tarde de 1982 me honró dedicándome un ovillejo. Y yo le respondí con éste:
Ovillejo
Faroles, niebla, fondín.
-Ese es Joaquín-
Que del diamante a la pómez,
-Gómez-
la talla como el que más.
-Bas-
Lápiz, óleos, aguarrás,
versos, novelas, pinturas.
¿Capturas o no capturas?
-Ese es Joaquín Gómez Bas-
"La cardíaca" - poema - de y por Joaquín Gómez Bas
UNA
ANÉCDOTA:
Hola,
Luis:
(...)
A
propósito te cuento una anécdota buenísima que quizás no conocés.
En
los anos 70 lo acompañé a recibir un premio como escritor ( …), donde
también
se
homenajeaba a otras dos personalidades de la cultura.
Luego
de los discursos de rigor, le entregaron con gran ceremonia una panoplia, una
madera muy linda
en
forma de escudo con una placa en bronce con su nombre y los respectivos
elogios.
Cuando
llegamos a casa lo primero que hizo fue buscar un destornillador y empezó a
desatornillar la placa
Yo
lo vi y le pregunté sorprendido:
-Papá…
qué estás haciendo?
Y
sin dejar la tarea me respondió entusiasmado:
-Es
que esta es una tabla buenísima para picar los salamines!!
Y
así fue. La tabla estuvo por años en nuestra cocina y de la placa de bronce
nunca más se supo!
Bueno,
Luis, te dejo…
(...)
Un
gran abrazo!
Edgardo
Gómez Bas
Caracas
AQUÍ PUEDE VER ESTA PELÍCULA EN YOUTUBE