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Celedonio Flores |
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Eduardo Zamacois |
Me contaba
Manuel Flores que, en una oportunidad, su hermano Cele, viajando en colectivo,
fue víctima de un carterista. Lo que es para destacar, es que ese mismo día, a
la noche, en el restaurante de la Cortada Carabelas , al que el autor de Mano a mano solía concurrir, alguien le
hizo llegar su billetera con el contenido intacto.
Y otra: una tarde, en el verano
del ‘59, dos ladrones entraron en el domicilio del escritor, ya octogenario,
Eduardo Zamacois (que así se debe pronunciar, según él mismo decía, dado su
origen catalán), y al no encontrar nada de valor le pidieron que, al menos, los
convidara con algo fresco. Imposible. El autor de Memorias de un vagón de ferrocarril, y de cien títulos más, sólo
les pudo ofrecer agua de la canilla. Los malvivientes se retiraron sin
pronunciar palabra y al día siguiente el novelista recibió, sorprendido, una
heladera de regalo.
Y una más. En el poema Para un ganador del adiós, leemos:
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Juan Carlos La Madrid |
Quedó enganchado en
el tiempo
con su cartel de mariano;
siempre de arriba las
manos
nunca de mejicaneo.
Ambas anécdotas y estos cuatro versos del
poeta Juan Carlos La Madrid ,
nos retrotraen a un tiempo en el que, aunque las cartas no necesitaran códigos
postales; las filiaciones no necesitasen códigos genéticos y el almacenero de
la esquina códigos de barra; los chorros,
sin dejar de serlo, no perdiendo del todo el contacto con ciertos valores
esenciales, conservaban los suyos.
"Tiempos viejos" - tango de Francisco Canaro y Manuel Romero
Orq. F. Canaro - Canta Charlo