El verbo chantar, de origen gallego, en su
acepción familiar significa decirle algo a alguien en la cara sin reparo ni miramiento
alguno; cantarle las cuarenta; cantárselas de frente march. Es cuando decimos
“No pude aguantar más y se las chanté”.
Otra voz similar a este verbo, pero
de ascendencia genovesa, es la que en el juego de las bochas indica el lanzar una
de tal modo que golpee a otra y quede como “plantada” en el lugar de ésta. La expresión
“chanta cuatro” indica los tantos que se pueden obtener al eliminar una bocha contraria
colocando la propia en su sitio mediante un bochazo.
Por esta vía nació también la expresión
dársela chanta a alguien, que significa
derrotarlo ampliamente, dejarlo sin respuesta.
De igual procedencia es tirarse a chanta, que vale por no querer
trabajar o aflojar en el trabajo; despreocuparse.

Y de chantapufi viene chanta, que
es como llamamos al que le gusta aparentar conocimientos o relaciones que no tiene;
al fanfa; al insolvente moral; al incumplidor.
Al que, cuando vive en estado de chantidad,
escala posiciones y pasa a ser un chantún
o un chantunazo.