
Hay palabras que, al ser escuchadas sin prestar la debida atención, quedan mal registradas en nuestra memoria. El hecho de que sean vocablos que pocas veces se ven escritos contribuye en buena medida a esos errores fonéticos.
Así la palabra
vidorra, que significa vida regalada, cómoda y fácil, es oída y registrada con igual
significado como vidurria; aspaviento,
término con prosapia latina que quiere decir demostración excesiva o afectada de
espanto, admiración o sentimiento, escuchada a la ligera se transforma en espamento
y un tipo aspaventoso pasa a ser un espamentoso. Y están también aquellos que, no
obstante escuchar cada tanto la palabra comisaría, se empeñan en decir comisería, sin detenerse a pensar, seriamente,
que, en este caso, un comisario tendría que pasar a ser un comiserio.
Tuco, del quichua
tucu, brillante, denomina al insecto luminoso
como el cocuyo, pero con la fuente de
luz en el abdomen, o sea, el bichito de luz. Y un bichito de luz, o sea un tuco,
perdido en la neblina, si bien tiene sentido, bien (también) lo puede perder cuando decimos
como turco en la neblina.


Otra versión: la frase en cuestión es producto de una serie
de cambios y derivaciones que comienzan cuando en España se llamó turca a
la borrachera. De allí viene "agarrarse una turca", emborracharse. Y ¿quién
puede hallarse más confundido que un borracho que se pierde en la niebla?
El pasaje de ‘con la turca’ a ‘como turco’ lo
realizó espontáneamente el uso popular.
Y así el turco, aunque haya estado sobrio, entró
en el dicho y en la neblina, dando lugar a una pintoresca expresión que vale
para cualquiera que ande muy desorientado.
"Bichito de luz" - Abel García