Yo no sé de donde nos viene la costumbre de festejar y celebrar, preferentemente, los aniversarios terminados en números redondos. Pero sí sé, que conmemorar el centenario del nacimiento de Edmundo Rivero, por tratarse de quien se trata, más allá de lo redondo que pueda ser un siglo , es algo que se impone.
Rivero nació el 8 de junio de 1911. El año en que nacieron Juan Manuel Fangio, Ernesto Sabato y José Barcia. El año en que Gardel y Razzano fueron presentados. El año en que nació como tal, la orquesta típica. Y el año… en que nació mi padre. En síntesis: ¡1911 ha sido un muy buen año!
Se ha dicho que nada define mejor la idiosincrasia de un pueblo que su propia música. Y ha sido privilegio de la nuestra el haber podido encontrar en Edmundo Rivero una de sus mejores voces.
Así como el lenguaje es lo más simbólico que tenemos, la voz es lo más espiritual. La voz, como el poema, no es sólo portadora de sonidos sino, también, transmisora de emociones; y eso es lo que lograba Rivero con su canto.
Como intérprete, su forma de traducir los matices expresivos de las letras, fue también un rasgo que lo caracterizó. Por encima del género que abordara Rivero era un artista notable, uno de los más grandes y completos que ha dado nuestro arte popular.
La suya ha sido la voz grave de un hombre sano, la gruesa voz de un fino espíritu, la voz de alguien que noche tras noche, y sin dejar de emocionarnos, se podía dar el lujo de cantar Sur mirando hacia el Oeste.
De cantar Sur… ¡como ninguno!
"Sur" - tango de Homero Manzi y Aníbal Troilo
Canta Edmundo Rivero - Orq. de Aníbal Troilo
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