jueves, 28 de abril de 2011

ACERCA DE CARMENCITA CALDERÓN

Palabras que pronuncié cuando Carmencita Calderón cumplió 100 años
Fue en el Museo Histórico de Buenos Aires “Cornelio de Saavedra”,
donde la homenajeamos el domingo 13 de febrero de 2005

El hombre es el único ser vivo que tiene que elegir su futuro, y Carmen Riso de Cancelieri supo elegir el suyo. Así fue cómo un día, guardando su título de maestra, pasó a ser la primera mujer con nombre y apellido entre las bailarinas de tango. Hoy, con sus cien años recién cumplidos, seguimos viendo en ella a la misma mujer menuda y ágil, de mirada tierna y sonrisa fácil, a la que su hermano Eduardo, entre mate y vitrola, le enseñara una tarde los primeros pasos.
Al procedimiento criollo aconsejado por Juan Filloy para alcanzar la longevidad: comer la mitad, caminar el doble y reír el cuádruple, Carmencita Calderón le agregó: bailar el quíntuple.
Nacida en Boedo el 10 de febrero de 1905, vino pronto a Villa Urquiza (calle Zado 3268), barrio en el que nació al tango en 1932. Y eso fue en el club Sin Rumbo. Los amigos, haciéndole rueda, le pidieron que bailara con José Giambuzzi, un mentado bailarín conocido por el nombre de Tarila, y ella, que sólo había bailado hasta entonces con su hermano Eduardo en el patio de su casa, aceptó.
Desde ese momento habría de formar pareja de baile con él, hasta que el mismo Tarila, una noche, le presentó a Ovidio José Bianquet, el Cachafaz.
Aquel primer encuentro frente a frente con el Cacha, se celebró en un lugar que el bailarín llamaba “su oficina”: el estaño de Talcahuano y Corrientes.
Nació esta nueva pareja en 1933 y, de ahí en más, despertó el entusiasmo enfervorizado de todos los públicos, aun de aquellos que solían mirar al tango de reojo.
Después de la muerte del Cachafaz, ocurrida el 7 de febrero de 1942, Carmencita Calderón siguió ofreciéndonos su arte y su creatividad bailando con casi todos los grandes bailarines que en el tango han sido. 
Su último compañero fue Juancito Averna, el prototipo del bailarín apasionado, un maestro en el arte “de llevar”, que se lucía haciendo lucir a su compañera.
Verla bailar en el “Mare d’ argento”, en el viejo “Filicudi”, en “El Abrojito”, en el club “Sin Rumbo”, en reuniones familiares y de amigos, y en el Teatro Colón, en el que fue homenajeada en marzo de 2002, como también lo fuera meses antes en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña, nos ha producido siempre un goce estético que agradecemos.
En enero de 1965, hace cuarenta años, Eduardo Riso, mi primer amigo del colegio nacional, me invitó a su casa una tarde para presentarme a su tía. Y la tía resultó ser Carmencita Calderón.
Nació entonces una amistad que se prolongó hasta ahora. Una amistad que, unida a la profunda admiración que le profeso, justifica mi presencia aquí, esta noche.
La Junta de Estudios Históricos de Villa Urquiza, barrio de sus amores, es una institución que se honra en tenerla por madrina, y es, en su nombre, que le hago entrega de esta plaqueta. 
            ¡Felices cien años Carmencita!

Video: "Cuando Carmencita cumplió 100 años, bailando con Alfredo Alonso"
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