jueves, 30 de junio de 2022

20 MICRORRELATOS Y UN TANGO



Alguna vez Horacio Quiroga intentó un “Decálogo del perfecto cuentista”, cuyo mero título vale ya como una guiñada de ojo al lector. Si nueve de los preceptos son considerablemente prescindibles, el último me parece de una lucidez impecable: “Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento.”
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Selección de microrrelatos - Pierre De Vries


ALTERNATIVA – (1 letra)
Luis Alposta - (Argentina) 

O…


 LUIS XIV – (1 palabra)
Juan Pedro Aparicio - (España)

Yo.


EL EMIGRANTE (4 palabras)
Luis Felipe Lomelí - (México)

¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!


SIN TÍTULO – (6 palabras)
Ernest Hemingway – (EE.UU.)

Vendo zapatos de bebé, sin usar.


EL DINOSAURIO – (7 palabras)
Augusto Monterroso - (Guatemala)

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


¡SORPRESA! – (7 palabras)
José Costa Santiago - (España)

La primera mañana después de mi muerte.


EL CUENTO MÁS BREVE DEL MUNDO (sin palabras)
Luis Alposta - (Argentina)

Quería ser el autor del cuento más breve del mundo. Era su obsesión.
Escribió O… y lo tituló “Alternativa”.
No conforme, pensó en escribir otro mucho más breve, tan breve que le permitiese prescindir hasta de las palabras.
Se quedó en la intención y lo logró.



EL HOMBRE INVISIBLE (10 palabras)
Gabriel Jiménez Emán - (Venezuela)

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.


JUSTICIA – (11 palabras)
Jaime Muñoz Vargas - (México)

Hoy los maté. Ya estaba harto de que me llamaran asesino.



ENAMORADO - (11 palabras)
Anónimo - (México) 

Le propuso matrimonio. // Ella no aceptó. // Y fueron muy felices.
  

MOLESTIA (11 palabras)
Enrique Vila-Matas - (España)

Sentí una molestia muscular, era la quinta vez que yo nacía.


MEMORIAS DE JUAN CHARRASQUEADO – (12 palabras)
José Emilio Pacheco - (México)

-Yo no lo maté: él solito se le atravesó a la bala.


LA ÚLTIMA CENA (13 palabras)
Ángel García Galiano - (España)

El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida.


CRUCE – (13 palabras)
Arturo Pérez Reverte - (España)

Cruzaba la calle cuando comprendió que no le importaba llegar al otro lado.


CUENTO DE HORROR – (16 palabras)
Juan José Arreola - (México)

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

DESINENCIA - (18 palabras)
Juanjo Ibáñez - (España)

Cuando estaba escribiendo el cuento más breve de su vida, la muerte escribió otro más breve todavía: ¡Ven!


MISTERIOS DEL TIEMPO - (27 palabras)
Alejandro Jodorowsky - (Chile)

Cuando el viajero miró hacia atrás y vio que el camino estaba intacto, se dio cuenta de que sus huellas no lo seguían, sino que lo precedían.



TODA UNA VIDA – (30 palabras)
Beatriz Pérez Moreno - (España)

Lo vio pasar en un vagón de metro y supo que era el hombre de su vida. Imaginó hablar, cenar, ir al cine, yacer, vivir con él. Dejó de interesarle.



TABÚ – (31 palabras)
Enrique Anderson Imbert - (Argentina)

El ángel de la guarde le susurra a Fabián, por detrás del hombro:
-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.
-¿Zangolotino? -pregunta Fabián azorado.
Y muere.



DESPUÉS DE LA GUERRA - (33 palabras)
Alejandro Jodorowsky - (Chile)

El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.


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              "DERECHO VIEJO" (en corto)  de  Eduardo Arolas por el Sexteto Mayor

sábado, 18 de junio de 2022

"CON OLOR A PAPÁ" - POEMA DE ROBERTO PEREGRINO SALCEDO

Roberto Peregrino Salcedo
     Roberto  Peregrino  Salcedo,  autor  del  Evangelio  en  lunfardo  y  de  los  inolvidables  libretos  de  Minguito,  un  buen  día  le  dio  papel  y  lápiz  al  poeta  y  nos  dejó  estos  versos:

CON  OLOR  A  PAPÁ

Al drepa le batimos mi viejo o mi papá.
Según las circunstancias o la edá.

Yo estaba en el apronte de rajar para el cole.
Él me pasó revista, supervisó mis uñas,
el guardapolvo blanco, me fichó la lustrada, 
me peinó con gomina, me anudó la corbata.

Con mis padres y mi hermana
1948 - L. A.
Su paternal embroque fue siempre de caricia, 
me miraba hacia ajoba, yo a él para arriba. 
Hoy lo sigo junando y a pesar de su piro, 
de arribeño me sigue revoleando sonrisas. 

Por sus cosas de macho, mate amargo, tabaco, 
su crema de afeitar y además el ruidito 
de la yilé filosa raspando a contrapelo, 
yo siempre quise ser igualito a mi viejo. 

Mientras él se afeitaba, yo iba haciéndole muecas, 
el cuello para un lado, la jeta para allá... 
pungándole en secreto su colección de gestos, 
yo me estaba afeitando, igual que mi papá. 

Manyó que lo imitaba y ahí sí, me dio la cana
mi buen papá noel de la barba espumada
que bromeó: “¡que hacé mono!”, riéndose con ganas.
Yo también me reía -¡Uy que linda mancada!

Le dí un beso a lo bruto, me rajé para el cole.
-Chau papá! -dije y él que seguía riendo-
-¡Volvé!, que estás llevando mi jabón en tu ñata.
Yo me hice el sordeli y me olivé contento.

Me sentía feliz al entrar al colegio.
Tenía olor a mate y a su tabaco negro
perfumado de espuma del jabón de afeitar. 
Tenía en la nariz, olor a mi papá.

martes, 14 de junio de 2022

ACERCA DE MARIANO MORES

        Se sentó por primera vez frente a un piano cuando tenía nueve años y al poner sus manos en el teclado selló su destino.
            Inició sus estudios con la profesora Amelia Fagoada, con quien, en sólo tres años cursó todo el profesorado de música. Después, y dejando atrás el Súper Cine de Lanús, en el que por primera vez actuó ante el público interpretando un repertorio absolutamente clásico, llegó a los escenarios de España, donde también habría de actuar con gran suceso. Mariano, o mejor dicho, Marianito, entonces niño prodigio, realizaba un número especial solicitándole al público dos o tres notas musicales con las que improvisaba excelentes temas. Y tanta fue su fama de autor repentista que, entre los españoles, se llegó a ganar el apodo de Compositor Relámpago.
Con las hermanas Mores - 1938
         Ha sido en el piano donde Mariano Mores conoció la Música, y ha sido también en el piano donde habría de nacer después su propia música.
         El amor por este instrumento, que comenzó como una atracción instintiva, llegó a convertirse en él en una pasión única y permanente, llegando a sumar, después, a sus estudios académicos, el conocimiento de los secretos de la creación popular.
         Creador de un estilo. Un estilo personalísimo, con el que le impuso a la dirección orquestal una concepción propia, aportándole riqueza rítmica, armónica y melódica en función de una mayor y más moderna expresividad sinfónica.
         Autor de melodías memorables. Su versatilidad y su talento al componer lo sitúan entre los grandes del tango.


“SE HA DICHO MUCHAS VECES... “

Se ha dicho
muchas veces
y es bueno repetirlo:

Virtuoso y seductor
de riguroso esmoking
frente a un piano elocuente.

El amor por el tango
una pasión
única y permanente.

Compositor pianista
creador y batuta
de técnica admirable.

Incansable y fecundo
autor de melodías
por siempre memorables.

Músico de su tiempo
referente absoluto
del tango y la milonga.

Muchas veces
se ha dicho
y es bueno repetirlo.

¡Hablo de Marianito!

                   Luis Alposta

“EL FIRULETE” tango milonga de Mariano Mores Orquesta Filarmonica de Berlín - Daniel Barenboim


"TAQUITO MILITAR" - Mariano Mores

domingo, 12 de junio de 2022

ACERCA DE ENRICO CARUSO Y FELIPE GALANTE EN VILLA URQUIZA

Autocaricatura
       El pintor Felipe Galante, uno de los primeros vecinos de nuestro barrio, nació el 11 de septiembre de 1872 en el pueblo de Sora, provincia de Caserta, Italia. 
      Se radicó en nuestro país a fines del siglo XIX y se naturalizó argentino en 1916. Galante había cursado estudios en el Real Instituto de Bellas Artes de Roma, del que egresó como artista pintor a los veinticinco años y en el que llegó a ser un aventajado discípulo de Francesco Iacovacci.  
        Radicado en nuestro país, se destacó como pintor paisajista y retratista, como así también, en el arte de la medalla. 

        En 1899 expuso sus obras en la 1° Exposición organizada por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y en 1900 fue socio fundador de la Asociación Artística de Buenos Aires. 
        En 1901 presentó sus pinturas en la tradicional Galería Witcomb y en el segundo Salón de Humoristas, realizado en el Círculo Italiano.
        Dos años después dio a conocer nuevas obras pictóricas en la Exposición Artística de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, realizada en los salones del Bon Marché. 
        En 1938, donó un retrato al óleo, de su autoría, de Domingo Faustino Sarmiento, al Colegio Nacional de Buenos Aires, colegio en el que se desempeñó como profesor de Plástica y Dibujo desde 1908 hasta 1937, año en que se jubiló.
        Casado con Rosa Bernaschi, fue padre de cuatro hijos: Guillermo, Rosa Elisa, Lidia Élida y Lina.
        Falleció el 11 de febrero de 1953, a los ochenta años.

        El tenor Enrico Caruso fue padrino de dos de sus hijas, las que fueron bautizadas en la Parroquia del Carmen, en Villa Urquiza - años 1915 y 1917.

Bautismo de Rosa Elisa -5 de agosto de 1915.
Padrinos: Enrico Caruso y María Bernaschi - Firma el Párroco Manuel Ruano

      La actriz Lidia Catalano, nieta de Galante, alguna vez nos dijo: “Mi mamá y mi tía Elisa eran ahijadas de Caruso, quien era muy amigo de mi abuelo. Era como si viviera con nosotros. La casa de mi abuelo quedaba en Villa Urquiza, en la calle Olazábal 4170. Caruso llegaba por Triunvirato y para llamarle la atención a mi abuelo tiraba latas arriba del techo de la cocina y gritaba: - ¡Ue! Mi abuelo era petisito, rubio, con ojitos celestes. Salía al techo y le contestaba: -‘Ma, che e questo?’ Y el otro improvisaba: -‘Sono io’. Y se ponían a cantar los dos” “Me contaron tanto cómo Caruso se sentaba al piano y cantaba arias con mi abuela que es como si lo hubiera visto”.
      Pero en aquellos días no todo fue canto. Caruso, que también pintaba, no perdió la oportunidad de recibir un par de clases de Galante. De Felipe Galante, el mismo que alguna vez se subió a un andamio y nos decoró el techo del cine - teatro “25 de Mayo”.


    
Enrico Caruso  (Nápoles 25 de febrero de 1873 –  Ib. 2 de agosto de 1921)
            Extractado del libro "Caruso en la Argentina" de Pedro Eduardo Rivero:
            La Argentina fue el primer país de América que tuvo el privilegio de deleitarse con la voz de Caruso. Ello aconteció por primera vez en 1899. Luego, en 1900, 1901, 1903, 1915 y 1917 - Enrico Caruso convivió entre nosotros 546 días. 
            Su popularidad en nuestro país creció con las óperas Yupanqui, de Beruti, Iris, de Mascagni, y La reina de Saba, de Goldmark. Buenos Aires fue, desde entonces, cita obligada para él. Aquí se reencontraba con el zapatero Liberato Baldini, el hermano de su madre, inmigrante desde el 88. Aquí paseaba, aquí percibía el calor de la gente. Aquí estrenó cinco óperas. Aquí participó en 135 representaciones líricas y 16 conciertos. Aquí sorprendía a sus amigos con sus dibujos y caricaturas, otra herencia de una pasión juvenil. Aquí frecuentaba a cantantes y pintores, como Felipe Galante. En 1915 Caruso cumplió una gira por Rosario, Córdoba y Tucumán. A su regreso, llegó a conocer a Carlos Gardel cuando ambos coincidieron (y se admiraron) en el barco Infanta Isabel

   Enrico Caruso - "O sole mio"
                            






miércoles, 8 de junio de 2022

ACERCA DE EDMUNDO RIVERO

         (8 de junio de 1911 – 18 de enero de 1986)


    Siempre festejaré la feliz circunstancia que me ha acercado a su persona. 

        Fue en 1968, en una comida presidida de oficio por el inefable Barquina, con el fondo tanguero de la orquesta de José Basso. Después, no hubo de pasar mucho tiempo para que pudiese comprobar que hasta los lugares comunes de la amistad eran, en él, algo común: a carta cabal, sin dobleces, sin renuncios, de las que no se empardan.

        Pero hablemos del cantor.
          Fácil me es ahora, sintetizar en estas líneas el valor de su obra, con sólo recordar que la verdadera clave de su vida ha consistido siempre en una auténtica vocación. Una vocación de amor hacia la música y el canto. Y para felicidad de todos nosotros, de un canto que ya nos pertenece por habernos ganado el corazón.
         Proveniente de una familia en la que viola y canción iban de mano en mano y de boca en boca con la naturalidad de un mate, Edmundo Rivero aprendió los primeros tonos en la guitarra junto a su tío Alberto, iniciando más tarde sus estudios formales en el Conservatorio Nacional con el maestro Urizar.
         De ahí en más, se fue gestando en él un estilo rigurosamente personal, siendo su voz la de un hombre que amaba y sentía a Buenos Aires, y la de alguien que ha sabido llegar a ser portaestandarte de su ciudad y de su tiempo.
         El hecho de apuntar hacia un registro de bajo, no le impidió a Rivero cumplir con el servicio militar como granadero, como así tampoco, incorporarse a la orquesta de los hermanos De Caro, en 1935, y luego a la de Humberto Canaro y a la de Horacio Salgán, hasta llegar a la de Aníbal Troilo en 1947, con la que habría de darse una de las más felices coyunturas musicales de la década del cuarenta.
         Desde entonces, la amistad entre Pichuco y Rivero fue inquebrantable y se nutrió siempre del respeto mutuo, entre largas horas de ensayos y trabajos compartidos.

        En 1950, después de aquel “¡Buena suerte Gaucho!”, el debutar como solista en Radio Belgrano y la libertad de cantar lo que quisiera lo llevarían definitivamente a la experiencia del éxito continuo. Un éxito que, para afirmarse, no necesitó nunca de las consabidas banderolas publicitarias.
        Pero, lo que más quiero resaltar, es que en la personalidad de Edmundo Rivero convivían armoniosamente no sólo el cantor con dimensión de músico e intérprete, sino también el inspirado compositor y letrista. Temas como “Malón de ausencia”; “No, mi amor”; “Quién sino tú”; “Yo soy el mismo”; “La toalla mojada” y muchísimos más, que integran ya, como él, la nómina de los llamados a perdurar.
        Otro hecho importante y digno también de ser destacado, es que desde los lejanos días de “El ciruja”, de “Audacia” y de “Margot”, Rivero nunca dejó de incluir composiciones lunfardas en su repertorio. Él ha sido, sin lugar a dudas, quien más ha contribuido a la difusión de la poesía lunfardesca, yendo de nuestros queridos clásicos a los poetas noveles, en un afán de búsqueda y de renovación permanente.
        La voz de Rivero marcó un hito en la música porteña, que hasta él había sido cultivada sólo por tenores y barítonos. Su timbre profundo y personal, que lo individualizaba sin posibilidad de error indujo un cambio en el gusto del público y en la forma de apreciar la música tanguera que no hizo sino enriquecerla.

        Como intérprete, su forma de traducir los matices expresivos de las letras, fue también un rasgo que lo diferenció de los demás cantores. “Me importa interpretar los textos”, decía, y esta afirmación implicaba que su arte no sólo consistía en cantar un texto sino en darle a cada una de las palabras de éste un sentido cabal, ligando íntimamente la expresividad del lenguaje y la del sonido. No por nada varios poetas han escrito temas especialmente para él; entre otros, Homero Manzi y Discépolo: “Sur”, “El último organito”, “Ché, bandoneón”, el primero, y “Cafetín de Buenos Aires” y “Fangal”, el segundo.
        Más de un crítico ha coincidido en que la aparición de la figura de Rivero tuvo gran influencia en el tango, tanto con respecto al canto como a las letras, pues no sólo le abrió el camino a bajos y barítonos con tendencia a bajos, sino que también propició una identificación de la literatura tanguera con sus fuentes y sus cauces auténticos. Por otra parte, su capacidad de alternar, con idéntico acierto, el tango más lunfa y compadre con la canción más delicada y de interpretar con virtuosismo los más difíciles solos de guitarra, es una prueba más de que, por encima del género que abordara Rivero era un artista notable, uno de los más grandes y completos que ha dado nuestro arte popular.

   

"SUR" - Tango - Letra: Homero Manzi - Música: Aníbal Troilo - Orquesta: A. Troilo
Canta Edmundo Rivero

  "BONJOUR MAMÁ" - de Alberto Mastra - Canta Edmundo Rivero

"POEMA NÚMERO CERO"

domingo, 5 de junio de 2022

ACERCA DE UN POEMA DEDICADO A UN GALLO DE RIÑA


Gallos que cuidé de chico. Todos de exposición.
Criador: mi abuelo Luis
 
      Cuentan que antes de la Guerra del Paraguay, el General Mitre obsequió al General López con dos hermosos gallos de riña, adornados con cintas argentinas, a los que había bautizado con los nombres de “General San Martín” y “General Belgrano”. De esos gallos se dice que murieron muy viejos y sin perder riñas.

Y un gallo que no se quedó atrás ha sido, seguramente, el que le inspiró estos versos a Celedonio Flores -titulados "Pobre gallo"-, versos que dedicó a su amigo y "gallero" Juan Manuel Díaz  y que, posteriormente, fueron musicalizados por Pedro Mafia  ( tango, al que, con otra letra, titularon "Pobre gallo bataraz". No confundir con el estilo de igual nombre) : 

"POBRE GALLO"


"Calcuta", mi preferido.

Pollo enclenque que cuidé
porque eras de raza fina,
hijo de aquella gallina
que de un amigo heredé;
tu buen padre un giro fue
Y "el bataraz", al que una vez lo hice pelear,
con "piqueras" y "guantes",
a espaldas de mi abuelo
(recibiendo el correspondiente castigo).
Gallos a los que nunca
les hice faltar el afrecho y afrechillo
que compraba en lo de Viviani.

que de muchacho admiraba:
fuerte al pico, púa brava,
que a otros gallos de suceso
dándoles ventaja en peso
de guapo los basuriaba.

Vos saliste bataráz,
larguirucho y mocetón
pero a taita y rezongón
todos quedaban atrás,
no sé si recordarás
que la patrona ladina 
te echaba de la cocina
cuando andabas molestando,
y vos te ibas rezongando
tras de la última gallina...

Cuando grande te apronté
para llevarte a pelear
y me cansé de doblar
la plata que te jugué
por eso es que fama eché
de suertudo y buen gallero,
y es que en cualquier reñidero
a donde a pelear caímos
a la fija que salimos
con renombre y con dinero.

Hoy que te veo tristón
y que apagado te encuentro
siento una cosa por dentro
que me aprieta el corazón.
Vos sos la última ilusión
después que aquella se fue,
y en tu amor puse tal fe
que si vos me abandonás
yo para no sufrir más
tras tu cariño me iré...

                Celedonio Flores

                        "Pobre gallo Bataraz" - Tango de Celedonio Flores y Pedro Maffia - 
                                      Orq. de Ángel D' Agostino - Canta Ángel Vargas
 

"Pobre gallo bataraz" - Estilo - Música: José Ricardo - Letra: Adolfo Herschel  - Canta: Carlos Gardel



Y va de yapa
esta lista de tangos cuyos títulos nos hablan de gallos y gallinas.
Lista que me facilitó el amigo Omar Granelli.

"Bajá el gallo" - de Ernesto de la Cruz y Manuel Alba
"Cacareando" - de Delmiro Pereyra y Rodolfo Sciammarella
"¿Dónde está mi gallo?" - de A. Díaz
"El gallo" - de J. Rica
"El gallito" - de Roberto Firpo
"El gallito" - de Salvador Dibenedetto
"El gall...to" - de Carlos Nasca
"El gallito malevo" - de Javier Mazzea y Joe Ríspoli
"En la cancha se ven los gallos" - de Antonio Corrado y Mariulo
"Gallo blanco" - de José Cáceres y Adolfo Cáceres
"Gallo ciego" - de Agustín Bardi
"Gallo de lata" - de Alberto Raval y Andrés Chinarro
"Gallo viejo" - de Juan Noli y Enrique Dizeo
"Gallo viejo" - de Francisco Bohigas y Enrique Cadícamo
"Gallo viejo" - de Manuel Campoamor
"Gallo viejo" - de E. Grimbercito
"Pobre gallo bataraz" - de Pedro Mafia y Celedonio Flores
"Quiero ser gallo" - de Juan Gabino Piñeyro
"Sin plumas y cacareando" - de Antonio Fizziani
"Ya canta el gallo" - de Ricardo Arancibia Rodríguez

"Caldo de gallina" - de Ángel Pastore
"Gallineta" - de César Zagnolli y Federico Silva
"Gallinita" - de Marcos Brizzio Córdoba
"Gallinito" - de Tomás De Bassi
"La gallina" - de Juan Mallada
"La gallina papanata" - de Anselmo Aieta
"La gallineta" - de Carlos Nasca
"La gallinita" - de Vicente Loduca
"Pucherito de gallina" - de Roberto Medina


jueves, 2 de junio de 2022

PABLO PICASSO: SUS DOS PRIMERAS PINTURAS Y UN TANGO DE PIAZZOLLA

 

En la casa natal de Picasso - L. A. - 1979
Plaza de la Merced Nº 36 - Málaga

        Ni "mamá", ni "papá" ni "ajó". Las primeras palabras que pronunció Pablo, con apenas un año, fueron “piz, piz”.

        Aquel niño nacido el 25 de octubre de 1881 –y que aún no sabía hablar ni andar– quería tener en sus manos un 'lápiz'; el que veía manejar con destreza a su padre, también pintor, y con el que, pocos años después, pasaría tantas horas.

         Anécdota esta contada por María Picasso, su madre, que es también quien nos dice que su primer óleo, Crepúsculo en el Puerto de Málaga, lo pintó a los 8 años. 

Pablo Picasso (a los 8 años) y su hermana Lola - Año 1889.


"Crepúsculo en el Puerto de Málaga" - 1889
"El Picador Amarillo" - Pablo Picasso -  Año 1890

Otros dos Mosaicos que vienen a cuento:


"PICASSO" - A Pablo Picasso - Tango - 1955 - De y por AstorPiazzolla