jueves, 14 de abril de 2016

A HOMERO MOAVRO

Decía Horacio en una de sus inmortales Odas No haya en mi funeral canciones tristes, ni plegarias, ni llantos, ni lamentos. 
       Y yo sé, querido Homero, que vos pensabas igual. Por eso es que hoy sólo quiero despedirte con estos versos que te dediqué hace ya algún tiempo. Y eso porque sé, también, que a vos te gustaban. 
     Al Homero que no nació en Grecia, ni en Añatuya, ni en Zárate, sino al que hizo su entrada al mundo por Villa Urquiza.
        Al que ni bien se le vio el pelo pasó a ser el “colorado” Homero para siempre.
        Al que en el café El Guaraní, siendo yo un pibe, lo escuché hablar de los presocráticos.
        Al que le cantó a la infancia y al barrio. 
        Al poeta.

A  HOMERO  MOAVRO

Nostalgias y emociones
del niño y el muchacho
de pelambre  rojiza
que aún  viven en Homero.

Evocaciones de un mundo
que se ha ido,
que quizás sólo existe
en sus memorias.
La Siberia de entonces
y sus viejos amigos.
Su muy querido barrio, 
al que siempre regresa
a apuntalar nostalgias                
y nombres
y recuerdos. 
Un barrio
y otros tiempos
para ser evocados,
con sabor a uva chinche,
con olor a eucalipto
y aroma de glicinas.

Y el “colorado” Homero
regalándonos sueños y palabras,
y haciéndonos saber
que todo el Universo
puede estar en el barrio,
en una esquina,
en una cuadra,
y toda la felicidad en un momento,
en un instante
que justifica toda una larga vida
de rutas imperiales
de alpargatas.

Ahora, ¡viejo Homero!
te estoy leyendo
con los ojos del muchacho
que hay en vos.
Y después... si Dios quiere...
algún día de estos,
hablaremos de tangos y sonetos
ante un vaso de vino,
o dando un paseo
por los alrededores
de la plaza de Urquiza,
por los mismos lugares donde un día,
no tan lejano como nos parece,
compartimos amigos y tertulias,
esperanzas y sueños.

Luis Alposta
21 / 01 / 2007

          Homero Moavro falleció el 17 de octubre de 2008. 

"ATARDECE" tango - Letra: Homero Moavro - Música: Jorge Casal
Orquesta de Leo Lipesker - Canta Jorge Casal

jueves, 7 de abril de 2016

ACERCA DE MI VIAJE EN EL ORIENT-EXPRESS

(Acerca de "perón 2" )


Fue en septiembre de 1974 (el mismo año en que fue llevada al cine la novela “Crimen en el Expreso de Oriente”, de Agatha Christie) *.
Dos días de viaje. Sin caviar, sin ostras, sin champagne; aunque sí recuerdo unos sabrosos sandwiches acompañados con vino traminer (el preferido de Marlene Dietrich).

De París a Bucarest.
¿El motivo?
Una beca otorgada por el Instituto Nacional de Gerontología y Geriatría “Ana Aslan”.
Papeles en regla. Visa para viajar a Rumania tramitada en Madrid.
La ruta completa : París, Estrasburgo, Viena, Budapest, Bucarest y Estambul.
Mis circunstanciales compañeros de cabina -los que recuerdo- en cada una de las distintas estaciones a lo largo del viaje: una joven alemana, muy sonriente; una distinguida señora vienesa de trajecito sastre y sombrero, adicta al té; una alborotada familia intentando permanentemente acomodar sus bártulos; una campesina rumana que me hablaba (no sé cómo, pero la entendía) de su madre enferma; que sacó de una canastita una pata de pollo y me convidó. ¡Y a través de la ventanilla los Cárpatos! Una ventanilla que me permitía “filmar”, a través de mis ojos, una especie de largometraje en tiempo real de los múltiples paisajes que iban apareciendo. Pequeños pueblitos, verdes valles, envueltos en una atmósfera bucólica tan sólo interrumpida, de tanto en tanto, por el silbato del tren, o bien, por el tintinear de los cencerros de las vacas o el grito de los pastores.
¡Lo inesperado fue al llegar a Hungría!
¡Me hicieron bajar!
Por no tener visa “de tránsito”… Eso lo supe después.
Fue en HEGYESHALOM.
El tren siguió, quedé solo… y en la sala de espera de una “militarizada” estación se me vino la noche. A la mañana siguiente, gracias a un taxista italiano, supe qué hacer y lo hice. Viajé hasta el centro del pueblo, distante unos tres kilómetros, tramité la visa de tránsito, volví a la estación y esperé el próximo tren.
Y fue llegando a la estación central de Bucarest, que en un cartel leí “PERÓN 2".
        ¡¿Cómo?!
Después me lo explicaron.
En rumano, “perón” significa andén.


* El Expreso de Oriente inspiró a Agatha Christie uno de sus más famosas novelas policíacas “Crimen en el Expreso de Oriente” en la cual aparece su héroe, Hércules Poirot.
Esta novela, como ya dije, fue objeto de una adaptación cinematográfica en 1974.
El “viejo” Orient-Express hizo su último viaje entre París y Estambul el 19 de mayo de 1977.

"En el Mar Negro" - tango rumano - de y por  Georges Boulanger