Fue en 2011, año del Centenario
del nacimiento de Edmundo Rivero.
Una Marca Postal es una marca oficial, una impresión,
que se cumple en las Oficinas de Correos, que se coloca en sobres y tarjetas y
que no anula el franqueo; es utilizada por los países del mundo para conmemorar
acontecimientos o sucesos importantes.
La marca postal es un medio visual de difusión del
patrimonio cultural, artístico o social de un país, así como un medio para
mostrar los desarrollos y acontecimientos históricos de trascendencia nacional
e internacional, y de igual forma para exaltar los nobles propósitos de sus
protagonistas.
Ya en el 2010 había salido como “matasello” (no
como marca), el de Carlos Gardel.
En
Edmundo Rivero convivían
armoniosamente no sólo el cantor con dimensión de músico e intérprete, sino
también el inspirado compositor y letrista. Temas como “Malón de ausencia”;
“No, mi amor”; “Quién sino tú”; “Yo soy el mismo”; “La toalla mojada” y
muchísimos más, integran ya como él, la nómina de los llamados a perdurar.
Es que
la voz de Rivero marcó un hito en la música porteña, que hasta él había sido
cultivada sólo por tenores y barítonos. Su timbre grave, profundo y personal,
que lo individualizaba sin posibilidad de error, indujo un cambio en el gusto
del público y en la forma de apreciar la música tanguera que no hizo sino
enriquecerla.
Como intérprete, su forma de traducir los matices expresivos de las
letras, fue también un rasgo que lo diferenció de los demás cantores. “Me
importa interpretar los textos”, decía, y esta afirmación implicaba que su arte
no sólo consistía en cantar un texto sino en darle a cada una de las palabras
de éste un sentido cabal, ligando íntimamente la expresividad del lenguaje y la
del sonido. No por nada varios poetas han escrito temas especialmente para él;
entre otros, Homero Manzi y Discépolo: “Sur”, “El último organto”, “Ché,
bandoneón”, el primero, y “Cafetín de Buenos Aires” y “Fangal”, el segundo.
Más de un crítico ha coincidido en que la aparición de la figura de
Rivero tuvo gran influencia en el tango, tanto con respecto al canto como a las
letras, pues no sólo le abrió el camino a bajos y barítonos con tendencia a
bajos, sino que también propició una identificación de la literatura tanguera
con sus fuentes y sus cauces auténticos, alejándola de la influencia del bolero
y acercándola al lunfardo. Por otra parte, su capacidad de alternar, con
idéntico acierto, el tango más rantifuso y compadre con la canción más delicada
y de interpretar con virtuosismo los más difíciles solos de guitarra, es una
prueba más de que, por encima del género que abordara Rivero era un artista
notable, uno de los más grandes y completos que ha dado nuestro arte popular.
"Poema N° 0" - Letra: Luis Alposta - Música: Edmundo Rivero