El filólogo
Roque Barcia decía: Viejo se refiere a la
edad. Anciano a cualidades del espíritu. El viejo tiene achaques; el anciano,
experiencia. El viejo es gruñón, egoísta, excéntrico. El anciano es discreto,
prudente, resignado. El viejo es censor de la juventud. El anciano es guía. Así
decimos: las canas venerables del anciano, no del viejo. La vejez se teme. La
ancianidad se respeta. Las Sagradas Escrituras hablan de consejos de ancianos,
no de viejos.
A nadie le
gusta que lo llamen viejo, dado que viejos son los trapos.
Ramón Gómez
de La Serna
solía decir que el viejo que se resiste a envejecer en vez de llegar a viejo
llega a vieja. Y yo digo (la frase se me ocurrió un día en que estaba jugando a
los dados),‘el hombre comienza a
envejecer cuando pide que le tachen la generala’.
Al viejo se
lo suele descalificar tempranamente, cuando el viento le comienza a susurrar hojas de otoño, llamándolo jovato, pudiendo pasar a ser, colesterol mediante, un viejo choto, un viejo chocho o un viejo gagá.
Y en este
punto, sin pensar en paradojas, recordemos que, entre nosotros, esas mismas
palabras, viejo y vieja, son las que adquieren una gran
carga afectiva cuando con ellas nos referimos a nuestros padres.
¡Cosas del
idioma!
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Meta yugo y estudio, sin bambolla,
como si no sintiese el amasijo.
Y al aportar para llenar la olla
demostraba también que era un buen
hijo.
Y así, tras el noviazgo el
casamiento.
Formó flor de familia, con pendejos
que crió con amor y a todo vento,
sin olvidarse nunca de sus viejos.
Después la vida lo levó a
entregarse.
Llegó a una edad en que empezó a
cuidarse
y le rajó a los fasos y al alcohol.
Pero igual, la vejez lo ató de
manos.
Hoy lo llevaron al hogar de ancianos
sus cuatro hijos y el colesterol.
Luis Alposta
1981
"El jubilado" - tango de Luis Alposta y Edmundo Rivero
Canta Edmundo Rivero - Orquesta de Raúl Garello