jueves, 9 de mayo de 2013

ACERCA DEL DÍA QUE SUBIMOS AL OBELISCO



Diagonal Norte
Recibí una llamada de Oscar Del Priore pidiéndome que fuese puntual. Y lo fui. No ocurrió lo mismo con el fotógrafo que enviaban de la editorial para ilustrar el libro “Buenos Aires Ciudad Tango”, entonces en preparación. Nos cansamos de esperarlo y decidimos entrar.
La única puerta de acceso (por el lado oeste) daba (y sigue dando) a un recinto de siete por siete metros. Dentro de esa estructura hueca trepamos, Oscar y yo, totalmente a oscuras y sin arneses (¡qué inconscientes!), por una escalera recta y sin baranda (escalera marinera) de 206 peldaños de hierro, pegada a la pared (ángulo noroeste). Después de atravesar siete rellanos (que nos permitían recuperar el aliento) y de percibir, no sin preocupación, oscilaciones acrecentadas por las vibraciones del subte, llegamos a la cúspide, en la que sólo había una roldana y cuatro estrechas ventanas que nos permitieron descubrir cuatro inolvidables y únicas postales de Buenos Aires. Y fue por una de esas ventanitas, la que da al Sur, que pudimos apreciar en todo su esplendor la simetría de Diagonal Norte con sus cornisas en fuga hacia Plaza de Mayo.  
Tardamos en subir, quince minutos.
Recién cuando bajamos llegó el fotógrafo (fue así como nos perdimos las fotos) que, como quien no quiere la cosa, nos dijo que ese sería su décimo ascenso. Y subió.
Fue el jueves 24 de julio de 1986, a las cinco de la tarde.
El Obelisco cumplía ¡cincuenta años!

Se inauguró el 23 de mayo de 1936, cuando se conmemoraban los cuatrocientos años de la llegada de Pedro de Mendoza al Río de la Plata. En ese sitio, sobre la torre de la iglesia de San Nicolás, fue izada por primera vez en la ciudad la Bandera Nacional. Eso fue en 1812.
Su construcción demandó dos meses. Fue diseñado por el arquitecto Alberto Prebisch. Tiene una altura de 67,50 metros y pesa 170 toneladas.   












< Oscar


< Luis


23 / V / 2016  - Cuando el obelisco cumplió 80 años
por Daniel Balmaceda   



     

  • Sobre infografía de Ana Gueller y Juan Pablo Zaramella
  • Fotos: LA NACIÓN / Emiliano Lasalvia