En un principio fue la amapola, a la que los griegos llamaban la flor de Afrodita, la que por su color y la fragilidad de sus pétalos devino en símbolo de la
gloria y de la muerte. Después llegó el opio, el nepenthe, al que
Homero calificó de “poderoso destructor de la congoja” ... y de neuronas.
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Fumadero de opio |
Su uso se menciona en relatos de determinadas ceremonias religiosas primitivas, basadas en la magia, en las que se buscaba llevar al individuo a estados catalépticos.
Seis o siete siglos antes de Cristo, los egipcios, los persas y los griegos ya conocían y usaban el opio como medicina.
Hipócrates, auténtico sabio, recomendaba cautela para su administración, mientras que Galeno lo prescribía con gran liberalidad y lo consideraba un antídoto contra venenos y estados melancólicos.

En el
lenguaje popular, el opio, por su asociación con la dormidera y el apoliyo,
pasó a ser sinónimo de aburrimiento, hastío, tedio, fastidio, malhumor,
molestia. También se le da el nombre de opio a una reunión cuando es muy poco
atrayente, poco concurrida o de escasa animación. Y ya no es común escuchar esta
palabra con el significado de despido. Darle a alguien el opio.
Algo así como darle el raje o el olivo.
"EL OPIO" - tango de Francisco Canaro
Por la Orquesta de Francisco Canaro... ¡Y a escucharlo!