En el principio era el Verbo, y el Verbo era
Dios. De este modo reconoce San Juan la fuerza de las palabras, identificándolas
con el mayor de los misterios: la divinidad.
Tan antigua como
la Grecia clásica
y, probablemente más aún, es la cuestión de cómo adquirió el hombre el don de la
palabra: ya Pitágoras, Heráclito, Platón y Aristóteles especularon sobre ello.
Hasta la era darwiniana,
los biblicistas y hebraizantes adoptaron la creencia de que Adán adquirió el don
de la palabra del mismo modo que adquiriera la mujer, esto es, por gracia divina.
Le correspondió así a Adán darle nombre a los animales y a las cosas. Y ese fue
su primer acto poético. Creían asimismo que, en un principio, todos los hombres
hablaban una lengua común hasta que intentaron construir la torre de Babel, que
llegara hasta el cielo, por lo que Dios castigó su insolencia y confundió sus lenguas.
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La Torre de Babel - Óleo de Pieter Brueghel el Viejo |
Lo cierto es que,
durante siglos, se debatió la cuestión de cuál era el primer lenguaje hablado entre
los hombres, con la inferencia de que quienes lo hablasen serían considerados como
descendientes directos de la pareja primitiva. Un erudito anónimo, que solía dejarnos con la boca
abierta en un café del barrio, sostenía la opinión contraria, es decir, que ya en
el Paraíso Terrenal existían diversas lenguas y que Dios hablaba en protoindoeuropeo,
Adán le respondía en sánscrito y la serpiente la tentó a Eva... en lunfardo.
"El chamuyo" - Letra de Felipe Fernández (Yacaré) Música de Edmundo Rivero
Canta Edmundo Rivero