Según el diccionario, la palabra asesino proviene del árabe, hassasin, adicto al hasís o hachich (narcótico proveniente de la resina del cáñamo) e integrante de una antigua secta (fines del siglo XI) en la que se hacía voto, al ingresar, de matar a quien el jefe ordenase.
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Hassan bin Sabbah (حسنى صباح) |
Tantos fueron los crímenes cometidos por sus seguidores, los hombres de Hassan, o sea los hassassines, que bien podría derivar de su nombre la palabra que nos ocupa.
Digamos entonces, que la palabra asesino tanto puede provenir del nombre de los que mataban bajo los efectos del hachich, los hachichines, como del nombre de quien estaba al frente de la secta.
Recordemos, de paso, la ironía de que este siniestro personaje, en su juventud, fuese íntimo amigo del poeta persa Omar Kheyyam, autor de la famosa Rubaiyat.
En estos días, en que los hachichines han regresado y a diario son noticia, no podemos menos que evocar la época en la que, en el barrio, sólo se hablaba de un "asesino". Un asesino con el que teníamos un trato asiduo, cordial y despreocupado. Y ese asesino no era otro que el peluquero*.
Eran tiempos en que a los pibes se los pelaba en verano; a los jóvenes se los rapaba en la colimba y estaba de moda el corte de pelo a la media americana con “escalera” incluida.
* Los de ahora, muchos de ellos “seriales”, merecen un capítulo aparte.
“Assassin's Tango”, de John Powell
"EL PELUQUERO" - Tango - Letra y música de Alberto Mastra
Orquesta de José Basso - Canta Floreal Ruiz