jueves, 9 de junio de 2011

ACERCA DEL "MONO" VILLEGAS


A Enrique Villegas, pianista excepcional, de sólida formación académica, que ha sido reconocido como el más representativo y original cultor del jazz en nuestro medio, no sólo le sobraba talento musical sino también gracia y un irónico sentido del humor. Su inseparable amigo de la adolescencia, el Dr. Luis Adolfo Sierra, fue quien me contó esta anécdota:  
Después de ser convocado para la revisación médica del servicio militar y declarado inepto, distribuyó entre sus allegados una increíble tarjeta personal que decía: “Enrique Villegas, sietemesino”. En este país -señalaba luego, burlonamente- es más importante ser sietemesino que obtener un título universitario.
Y otra más, que nos habla de su insobornable rebeldía: Su fama llegó hasta Estados Unidos, donde se lo consideraba uno de los mejores pianistas de jazz extranjeros. El Waldorf Astoria de Nueva York, lo contrató para actuar, acompañado de contrabajo y batería, en el bar y en el lujoso restaurant del famoso hotel neoyorquino. Villegas llegó a Estados Unidos el día antes del debut. Llevaba la idea de quienes serían sus acompañantes musicales. Y apareció momentos antes con un contrabajista negro (seguramente el mejor en esa especialidad instrumental). Negativa rotunda de la empresa: “Negros, no”. “Bueno -dijo resignadamente Villeguitas-. No debuto”. Y se fue. Al día siguiente se embarcó en un carguero y regresó a Buenos Aires. 
La última vez que vi al “Mono” Villegas, fue la noche en que concurrimos juntos al Gran Rex para ver, escuchar y aplaudir de pie a otro negro genial que se llamaba Lionel Hampton. 

"CARAVAN" de Duke Ellington por el "Mono" Villegas
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