jueves, 27 de febrero de 2014

ACERCA DEL FILETE PORTEÑO

      Así como los bisontes de Altamira nos reflejan el mundo paleolítico, y los afiches de Toulouse-Lautrec nos llevan al París del Can Can, el arte de nuestros fileteros nos devuelve en sus tablillas, un Buenos Aires que se nos piantó hace tiempo con el último carro.
Carlos Carboni - Arriba:
su Virgen de Luján y su Gardel
            Recordemos de paso, que filete viene de filet, palabra ésta de origen francés que, más que el de los esmaltes y pinceles, nos trae el recuerdo de una pálida merluza.
            Pero, tanto franceses como catalanes, la tomaron a su vez del fileto latino, cuyo significado es hilo.
            Alguien dijo del filete que al tener que recurrir a modelos preelaborados carece del contenido esencial de todo arte, o sea, el de la creación formal, no pudiendo, por ello, superar su condición de artesanía.
            Hablemos entonces del arte de esta artesanía que tiene, como los perfumes, el poder de la evocación. La evocación de un tiempo de "costados sentenciosos", en el que no había carro ni camión que no luciese el suyo, ¡y fileteado!, como los colectivos. 
                 El arte de una pintura del equilibrio y del buen pulso que, entre florcitas y dragones, entre espirales con brotes y caballos alados, entre gardeles y guirnaldas, le ha sabido robar al olvido colores de una nostalgia que nos pertenece.

Luis Zorz 
Jorge Muscia

"Dibujos" - tango de José Ranieri - Orquesta de Domingo Federico