jueves, 26 de septiembre de 2013

ACERCA DE LAS MEDIASLUNAS Y OTRAS FACTURAS

        En 1529, durante el califato del mítico Solimán "El Magnífico", el ejército turco llegó hasta las puertas de Viena. El sitio de esta ciudad marcó el apogeo de la invasión otomana de Europa central. Fue cuando los vieneses inventaron las mediaslunas. Se dice que los reposteros y panaderos locales, a fin de animar el alicaído ánimo de la población, hornearon sus facturas con la forma del emblema musulmán que flameaba en las banderas de los sitiadores. Luego, la gente del pueblo se asomaba a las murallas de la ciudad y se mostraba ante los irritados soldados turcos masticando y mostrando lo que estaban comiendo. ¡Ingesta y blasfemia! 

             
          En Buenos Aires, a fines del siglo XIX, los panaderos, en gran parte españoles, entre los que había muchos anarquistas, les dieron nombres sarcásticos y también blasfemos a varios de sus productos; nombres con los que buscaban burlarse de las instituciones; nombres dados para escarnio del ejército, la policía y la iglesia; nombres que a más de cien años de distancia seguimos utilizando a diario sin asociarlos ya con su origen:
“cañones”, “cañoncitos” y “bombas” de crema o dulce de leche, “vigilantes” (largos y flacos por alusión a los machetes que utilizaban los policías), “sacramentos”, “bolas de fraile” (o “suspiros de monja”). Todo comenzó como una secreta conspiración de los oficiales panaderos ácratas para dar nombres blasfemos a las facturas. Facturas horneadas a partir de una mezcla de harina, manteca y levadura “ideológica”, de la que no participaron las “palmeritas”

Y a falta de mediaslunas, vaya una ensaimada:
"Garufa" - tango - Música: J. A. Collazo - Letra: V. Soliño y R. Fontaina
Canta: Tita Merello