jueves, 8 de agosto de 2013

ACERCA DEL ORIGEN DE LA PALABRA MISHIO

Mishio: (del lunfardo) - con el significado de pobre, indigente.

Había una vez (y esto no es cuento) en la antigua región de Asia Menor, en lo que actualmente es el noroeste de Turquía, una comarca llamada Misia, en la que reinó Télefo en tiempos de la Guerra de Troya.
Según la mitología, este rey, hijo de Heracles y de Auge, fue herido gravemente por la lanza de Aquiles cuando los griegos en su viaje a Troya arribaron a las costas de su país.

Aquiles curando a Télefo *
            De esa herida, Télefo sólo pudo sanar (siguiendo las indicaciones del oráculo) acudiendo, disfrazado de mendigo, ante el propio Aquiles para que lo curase.
En siglos posteriores, el mito de Télefo fue tratado por los grandes trágicos.
El hecho de representar al “rey de los misios” como a un mendigo y vistiendo harapos, era algo inusitado hasta entonces en la escena ateniense; no obstante, el personaje se popularizó de tal forma que los harapos pasaron a estar siempre presentes en las parodias de Aristófanes.
Resumiendo: el mito de Télefo ha sido utilizado en la literatura griega desde la épica hasta la comedia, en la que el disfraz de mendigo, cuando Télefo se presentó buscando su curación en la asamblea de los Aqueos, fue objeto de parodia.
Tres mil años después, genoveses por medio, la palabra misio devino voz lunfarda: mishio, con el significado de pobre, indigente.

Imagino ahora, en un lejano futuro, a alguien diciendo:

-Había una vez (y esto no es cuento) países en los que sus habitantes, viviendo  en la mishiadura, tenían gobernantes que, buscando curas, acudían a las asambleas de los "Saqueos ostentando riquezas.

            "Mishiadura" - tango de Eduardo Arolas por la Orquesta de Edgardo Donato

"Dónde hay un mango?" 
 ranchera de Ivo Pelay y Francisco Canaro
Canta Tita Merello
*  Leyendo a Ovidio, (Amores – libro III) reparo en un párrafo que nos demuestra claramente que ya en tiempos de Homero (siglo VIII a.C.) era conocida y puesta en práctica la “cura por el semejante”, convertida, veinticuatro siglos después, como se sabe, en uno de los pilares de la Homeopatía.
            Ovidio, en este libro, nos dice que Télefo fue herido gravemente en uno de sus muslos por la lanza de Aquiles.
            De esa herida, Télefo sólo pudo sanar al cabo del tiempo (siguiendo las indicaciones del oráculo de Apolo) acudiendo al propio Aquiles, quien le aplicó en la llaga la herrumbre de la misma lanza con la que lo había herido.
            Aquiles, instruido por el centauro Quirón, había aprendido el arte del auxilio médico y, al parecer, la “cura por el semejante” no le era desconocida.